jueves, 14 de febrero de 2008

MENSAJES OCULTOS



Los habitantes del Barrio de La Paternal también descollaron por su ingenio e inventiva.

En épocas en que Internet o el teléfono celular eran sencillamente impensables, aquellos pioneros inventaron un sistema de comunicaciones a prueba de miradas indiscretas e intromisiones fatales. Su propósito fue cubrir transgresiones amorosas, para que discurrieran con discreción. Debido a que esas faltas eran graves, era necesario mantenerlas muy ocultas y se imponía una comunicación secreta.

Natalio Frencia era un profesional de la lucha libre, que —cuando se retiró— concurría los domingos por la tarde al Luna Park, a ver a los luchadores de la troupe Titanes en el Ring. Como era amigo de todos y también del cameraman de TV, este solía obsequiarle con un primer plano en su calidad de espectador de la platea. Y esa era la señal para que una honorable dama —que seguía la lucha por TV, con sus hijos— supiera que a las 20,00 hr la esperaría “donde tu sabes”.

Scanio Perruzzi publicaba un aviso clasificado en el Diario Clarín. “Cambio bolitas por chiche nuevo – T.E. 23051964” donde el número de teléfono era la fecha del encuentro, por supuesto, en el “lugar de siempre”. Lo original del aviso no daba lugar a ningun tipo de confusiones.

Josefina Llenar —distinguida ama de casa—, solía correr al almacén de la esquina, siempre a las 12,55 Hs. El negocio cerraba a medio día, a las 13 Hs. por lo que ella era la última clienta; el dependiente bajaba la cortina y… los chavales del barrio la apodaron Ultimo Momento, como en las noticias urgentes de la radio.

Annello Cecatto, conocido poeta y verseador del barrio solía escribir esquelas que depositaba en los zaguanes de ciertos domicilios, para determinadas damas;

Espuma de leche hervida,
cuatro ruedas tiene un coche
que linda que está la noche
pa’organizar una salida.

Pero, como la carta era demasiado evidente, un marido afectado lo denunció y cuando llegó a la cita lo esperaba la Policía. Terminó preso.

El caso de Ricardo Barcina dio mucho que hablar.
Un día se encontraba reparando unas chapas del techo de su vivienda y observó que desde una terraza vecina, lo miraba una muchacha de una manera muy particular. Se trataba de una empleada doméstica de una familia que tenía su habitación en esa terraza. Se acostumbraba emplear chavalas del interior, a las que se les ofrecía un sueldo, habitación y baño privado. A ese primer “encuentro” siguieron algunas charlas subrepticias en la calle, salidas hasta la plaza del barrio, y por fin una noche, la cita en la habitación de la joven. La señal para el encuentro era transmitida por la niña, quién colgaba una tela roja en la ventana del cuarto, lo que significaba “te espero esta noche a las 11”.

Los amigos íntimos del galán sabían del secreto, y cuando este anunciaba que: “izaron la bandera", no había más que agregar. Una noche, en su emoción, Ricardo caminó apresuradamente por los techos que separaban su casa del cuarto del encuentro. Las chapas crujieron, y un vecino —pensando que eran ladrones— avisó a la Policía. Cual no sería la sorpresa que se presentó en el lugar una comisión policial, que comenzó a revisar las casas del lugar, alborotando y sacando a los vecinos de las camas, para registrar . Llevaban las armas desenfundadas, lo que dio un cierto dramatismo al asunto.
Llegaron hasta el cuarto de la niña, la interrogaron sobre “si había visto algo” y por suerte para ella siguieron de largo sin mirar en la habitación. Ricardo se había escondido debajo de la cama y no lo vieron. Fue la noche más larga de su vida, recién a las cuatro de la madrugada pudo regresar, desandando el camino y muerto de miedo, pensando que alguien pudiera escucharlo. Al final, los viajes nocturnos se suspendieron.

Pero como todo cambia en esta vida, también el progreso dejó su marca en La Paternal, y hoy la concertación de citas se realiza —entre otros— por los Blogs especializados en Payadas:

Aquí le mando un cantar
a una joven novia mía
que según creo vivía
en la calle Membrillar

La invito al parloteo
esta noche si es posible
porque estoy irresistible
y con ganas de casoreo.

5 comentarios:

Firebrand dijo...

¿Donde estaba yo? Pues simplemente viendo que hacían los demás, y tomando buena nota de ello. Bién dicen que cuando una idea es buena, hay que repetirla.

Un abrazo.

boticcario dijo...

Como siempre Firebrand de matrícula de honor.

Me han encantado todas las historias.

Firebrand dijo...

Boticcario:
Muchas gracias por tu gentileza.
Un abrazo.

bastekcat dijo...

Sin palabras,... me haces revivir imagenes que creía perdidas. El despacho de vinos de la calle de atrás, la cantina con sus viejos apostados en la esquina, la barbería con su clásico sillón. Y lo que es más entrañable, me traes al recuerdo la memoria de mi padre, al que acompañaba de la mano en sus paseos dominicales.
Gracias.

Firebrand dijo...

Bastekcat

Pues ya tienes material para contar, y presumo que debe ser del bueno. Pues...en marcha!