miércoles, 6 de febrero de 2008

Historias del tren (I).

Cuando tenía algo así como la mitad de edad que ahora, solía viajar en tren. Generalmente no ocurría nada y yo, joven y con ganas de aventuras estaba siempre alerta ante cualquier nuevo acontecimiento.
Subí al tren para regresar a la universidad tras un corto fin de semana con la familia, los amigos y no recuerdo si algún que otro noviete. Era Lunes por la mañana y el tren iba repleto de ejecutivos, matrimonios que se dirigían a la capital a visitar a algún doctor, comerciales en busca de nuevos clientes, algún que otro estudiante de fin de semana tardío y no pocos personajes extravagantes, como de costumbre.
El único asiento libre estaba frente a un monje capuchino. Era alto y grueso, con su hábito marrón desparramándose sobre el asiento contiguo. Supongo que nadie había querido sentarse frente a un personaje tan amplio y que dejaba tan poco espacio para sus compañeros de viaje.
Me saludo con una sonrisa y casi sin saber como, iniciamos una conversación que todavía no he olvidado.
"No es casualidad que estés sentada frente a mí, en esta vida todos formamos parte de un conjunto de acontecimientos enlazados"...
Se dedicaba a estudiar los fenómenos casuísticos.

"Algunas veces cuando vamos por la calle pensamos que nos vamos a encontrar con alguién, o que va a suceder algo imprevisto. Generalmente no suele ocurrir nada, pero cuando ocurre tenemos la sensación de que todo estaba previsto, prefijado".
"Esto parece una casualidad para la mayoría de las personas, pero hay otras que viven esta sensación muy amenudo, incluso varias veces al día...eso no es ya una mera casualidad".

Pero, ...¿Pueden estas personas predecir el futuro?, pregunté.
"No, no pueden hacerlo, solamente pueden constatar las propias sensaciones, el sentimiento de -Algo va a ocurrir-".
"¿Cuál puede ser la explicación?, es sobre lo que estoy indagando, a eso me dedico?".

La conversación fue breve, no duró más de media hora, pero fue tan intensa que de repente mi compañero se dió cuenta que se había pasado de estación y tuvo que bajarse en la siguiente para retomar el viaje de retorno.

Desde entonces me he preguntado en muchas ocasiones si en realidad hay gente que pueden tener percepciones más intensas que el resto de nosotros.
Ahora no tengo la más mínima duda, he conocido a personas muy cercanas que tienen ese tipo de percepciones, sin poder explicarlas, sin entenderlas a veces, pero sin duda no es algo ordinario.
Y yo misma. ¿No he vivido esa certeza de que algo estaba a punto de pasar?.

"Una carretera peligrosa, tres personas en un coche, una noche cerrada y oscura. De repente la sensación de que algo terrible va a ocurrir, empiezo a sudar. Voy en la parte de atrás del coche, no me atrevo a hablar porque me tomarán por loca. ¿Qué puedo hacer?. Mis manos se frotan como posesas, el corazón late descoordinadamente... me queda poco tiempo. Empiezo a rezar, no se a quién ni qué pido. Mi oración, es una súplica, un grito de socorro. Soy consciente de que esa acción va a salvarme la vida. Como si se lo estuviese ordenando, las luces del coche se apagan, se queda sin electricidad y se para."
Jamás me ha ocurrido nada igual en toda mi vida. ¿Porque se paró de repente el coche?.
Esta sensación de peligro la viví de nuevo años más tarde, en esa ocasión conducía yo y paré el coche.
¿Casualidad?, ¿Obsesión?, ¿locura?, ¿Fantasias?...¿Percepción?.

Lo cierto y verdad es que hay cosas inexplicables con los conocimientos científicos actuales. Y que mi compañero de viaje, aunque sin querer, me dejo un recuerdo perdurable, mucho más que otras personas que estuvieron más tiempo en mi vida y por tanto formó parte de mi cadena de acontecimientos, de mis recuerdos.

Seguro que a vosotros también os han pasado cosas que no entendeis del todo...
Buen sueño, buen viaje al mundo onírico... donde todo es posible, buenas noches.



2 comentarios:

Firebrand dijo...

Es muy cierto lo que señalas en tu etiqueta. De momento, a falta de una explicación científica,—es decir comprobable—nos tenemos que manejar con percepciones sensoriales. Todos hemos percibido esas fenómenos extraños y al no saber exactamente de que provienen,algún nombre les ponemos.
Nuestros sentidos solo perciben una parte de la realidad. Vemos colores y escuchamos ruidos. Pero
no escuchamos la onda de radio, solo con un aparato. No vemos los rayos infrarrojos, ni los "x", ni los ultravioletas. La experiencia nos demuestra que hay formas de energia desconocidas para nosotros, pero que estan en el universo. Pero hay una energía que todos sentimos, pero que no vemos: la energía del amor...

boticcario dijo...

A mi esto me pasó la temporada que me dió por jugar en el casino. Ahí estaba yo, frente a la ruleta mirando como el coupier colocaba las fichas que le daban los jugadores... "1000 pts al 23 y vecinos", "500 pts al 0-2", "5000 a los vecinos del 7, 9 y 16". Yo miraba y miraba, me concentraba en la mesa; en los últimos números aparecidos; en las jugadas de los demás jugadores; en quien estaba en racha y quien no; y en la bola inmóvil que en breves instantes se pondría a rodar siguiendo la circunferencia marcada por el enladrillado rojinegro. Y entonces, cuando ya la bola volaba hacia el número elegido, tenía la visión. ¡Va a ser rojo!. Y allí apostaba mi dinero, con la seguridad de mi predicción para ver el futuro ..... Entonces ¿Que hago hoy escribiendo esto en un cibercafé, aprovechando los últimos minutos pagados por el anterior usuario del pc, mientras me tomo los restos del sándwich de máquina que ha desechado con gesto de repulsa? Creo que no, que lo de las visiones intuitivas no ha ido nunca conmigo :-(