viernes, 29 de febrero de 2008

EL ESCOLASO



La expresión escolaso —según el Diccionario Lunfardo Lexicon, Buenos Aires: Todo Tango— significa: juego de azar por dinero y, también, el lugar donde se juega.

En el barrio de La Paternal, el escolaso típico fue La Quiniela, que era un juego de azar a las dos o tres ultimas cifras, de los primeros premios de las diferentes loterías argentinas. No era el único ciertamente, ya que sábados y domingos había carreras de caballos y, en general, todos los días de la semana se jugaban cartas y billar en clubes y cafés del barrio, también por dinero.

Dejando de lado el fin de semana, en que las loterías dejaban lugar a las carreras de caballos, casi todos los días había sorteos en distintos lugares del país; Provincia de Buenos Aires, Córdoba, Tucumán, Nacional, y Montevideo (en Uruguay). A ello se sumaba alguno que otro sorteo extraordinario; por lo que durante la semana hábil, siempre había un día y una posibilidad para jugarse unos pesos.

Dentro del juego de Quiniela, se prefería jugar a los 10 primeros premios y a las dos últimas cifras solamente, aunque había otras alternativas. En las dos cifras —en caso de acierto—, se pagaban 70 pesos por peso jugado . ¿Cómo elegía la gente el número de la suerte? Pues existía una tabla de números, del 00 al 99, con un significado específico y, según los acontecimientos o los sueños del diario vivir, se apostaba al número.

Así en materia de mujeres, las referencias eran:
15 La niña bonita
21 La mujer
52 Madre e hijo
75 Besos
76 Llamas
77 Piernas de mujer
78 Ramera
93 Enamorado
98 Lavandera

En materia de sexo, los referentes eran:
00 Huevos
04 La cama
18 Sangre
20 La fiesta
49 La carne
60 Virgen
67 Mordida
69 Vicios

En asuntos religiosos, los números eran;
13 Fraile
26 La misa
29 San Pedro
30 Santa Rosa
33 Cristo
40 El cura
60 Virgen
84 La Iglesia
88 El Papa

Los asesores en esta materia tan ruda, la de adjudicar un número a un sueño o acontecimiento específico, eran los “quinieleros” o “lapiceros” , que cuando sabían, sabían y, si no, inventaban. También recibían la apuesta y pagaban los aciertos.

Por cualquier suceso vinculado a un loco había que jugarle al 22, a un perro; el 06, a un medico; el 92, a un incendio; el 08, a los sobrinos; el 68, a un hospital; el 73.
El problema venía cuando el sueño era complejo y donde la mezcla de situaciones de pesadilla obligaba a jugar como a 20 números, por lo menos.
Allí no quedaba mas remedio que elegir uno o dos, y chau Pinela.

Lo interesante del asunto era que la Quiniela estaba prohibida por ley y castigada por el Código Penal. Las apuestas eran clandestinas, los quinieleros y capitalistas —delincuentes— pero, todo se basaba en la confianza. Por lo apostado no había comprobante, y si un banquero no pagada, no había donde reclamar. Sin embargo aquello funcionaba a las mil maravillas.
No pagar un acierto significaba la muerte del quinielero, en el sentido que no recibía mas apuestas.

¿Y la Policía?, Bien, gracias. Recibía una comisión por parte de los quinieleros y permitía “levantar juego”. Semanalmente pasaban los lapiceros por la Seccional a dejar su “contribución” para el “Hogar Policial”.

Quien levantaba juego, generalmente no anotaba nada, memorizaba las apuestas hasta el momento en que “descargaba el mate” (la cabeza) a través del teléfono a su respectivo capitalista. Los fines de semana —cuando la función pública estaba de receso—, empleados inescrupulosos de la companía de teléfonos, conectaban algunas líneas de las oficinas a capitalistas grandes, y el tráfico de apuestas se realizaba por allí, y encima gratis.

Pero todo cambia en esta vida, y un buen día la quiniela se oficializó por ley del Congreso. Aquello vino a blanquear una situación que era del dominio público, le dio mas certeza al juego, benefició las arcas del Estado y dejó en el "desempleo" a una enorme cantidad de gente, que por supuesto no tenía ningún sindicato que los defendiera.
Y a los contadores de cuentos nos privó de una fuente impresionante de anécdotas. Que le vamos a hacer….

jueves, 28 de febrero de 2008

Esta es la web Piscis :D

¿Como son los piscis?

Personas emotivas y sensibles en grado sumo, que le hacen mas receptivo a los estados de ánimo de los demás, y le confieren esa capacidad de saber como se sienten los demás. Su caracter está impregnado de emotivismo: ternura, bondad, afecto..
A pesar de esa gran sensibilidad, son extremadamente fuertes, además gozan de un indiscutible gusto por el arte, poesía y literatura, asi como de gran imaginación.
Sin embargo, tanta sensibilidad a flor de piel, le provoca en ocasiones autoengaños seguidos de una profunda angustia.


¡¡¡¡Felicidades a las pececillas!!!

Nadie que no haya sobrevivido a la soledad podrá apreciar el verdadero sentido de la amistad.
Es preciso conocer el dolor para sentirse pleno entre el algodón y la ataxia.
Queridos todos que me acompañais en este camino. Sentirse aire, sentirse brisa en la mañana. Sentirse vivo entre las sombras. Sentir.
Miro mis manos y las veo desaparecer entre las aguas cálidas de un sueño que me adormece. Introduzco mis dedos suavemente rompiendo la tensión superficial y dejando que la humedad estremezca y comprima mis arterias.
Sueños... sueños subrealistas.
Corro y bajo las escaleras flotando, apenas rozando los escalones con las puntas de los pies e impulsándome con las manos sobre la barandilla.
Nadie me persigue pero yo huyo. ¿De quién?. Seguiré durmiendo y así lo sabré... Pero deduzco que de mí misma.

Buenas noches.

martes, 26 de febrero de 2008

El final. El principio

El Universo se acercaba a su fin. En realidad llevaba muriéndose miles de millones de años. Había alcanzado su madurez, su máxima expansión y, después, había comenzado a replegarse. Lentamente al principio, igual de despacio que había conseguido su apogeo, y acelerándose después, sin prisa, sin grandes aspavientos, pero sin freno. Ahora le quedaba unos pocos segundos de vida.

Él lo veía. No exactamente como lo habían hecho sus antecesores en el albur de los tiempos, cuando el moribundo era un explosión de vitalidad. Era algo menos físico, menos animal. Simplemente era capaz de fusionarse con su entorno entendiendo lo que acontecía.

Contempló a lo otros. Estaban allí. Como él. Podía saber lo que pensaban, lo que aquello significaba para todos. Para él también.

Sintió pánico. ¿Y si todo era mentira?¿Y si lo que habían creído comprender no era más que una absurda hipótesis, sin un razonamiento sólido? En ese caso, estaría todo perdido.

Contrariamente a lo esperado, este pensamiento lo tranquilizó. Si fracasaban, si nada era como debía de ser, entonces no se sabría jamás que no lo habían conseguido. Todo acabaría para siempre.

Sabía que los demás tenían miedos y temores iguales a los suyos. Todos sentían ese vacío, pero a la vez esa seguridad que otorga lo irremediable. Llevaban juntos tanto tiempo, habían razonado tantas veces lo que iba a suceder y como actuar, que sus pensamientos estaban íntimamente ligados y su aceptación ante el final era la misma

El tiempo se acababa. Lo sabía. El círculo se cerraba sobre si mismo.

Pensó en todo lo que dejaba atrás. En aquello que había evolucionado hasta convertirse en lo que eran ahora. Si fallaban, esa herencia ser perdería en la nada, igual que un soplo de brisa en la mañana, como si nunca hubiese sucedido.

Se permitió un momento de nostalgia al recordar a todos los grandes de la historia. Primero constreñidos a un mundo limitado, donde los más fuertes habían impuesto su ley durante siglos de barbarie y desarrollo, mientras otros cultivaban las artes y el pensamiento; el lugar en el que se había comenzado a forjar el conocimiento de este agonizante universo. Después en su expansión por su pequeña galaxia. Hombres que tardaron millones de años en conquistarla de un extremo a otro, doblegándola a sus intereses. Imperios que nacieron, crecieron y murieron víctimas de si mismos. Esos hombres que miles de millones de años después de haber comenzado su andadura por la Vía Láctea, fueron finalmente capaces de salir de sus fronteras y expandirse por todo el universo, hasta que finalmente comprendieron que la eternidad se conseguía desprendiéndose de su carcasa material y formando un todo con su alrededor.

Y allí estaban ellos, los últimos vestigios de la evolución racional, tan perdidos como los primeros hombres cuando contemplaban el firmamento sin ser capaces de imaginarse la complejidad que les rodeaba.

Le llamaron. ¡Es la hora! – dijeron-. Se les unió y se fusionó,

Cuando todos fueron uno, los pensamientos individuales se uniformizaron, y entonces lo conoció todo. Entendió que lo que habían supuesto era cierto. Que sus hipótesis, sus teorías, eran Leyes. Así había pasado desde siempre y así sucedería eternamente. Fue capaz de ver toda la historia de todos los universos habidos antes que Él. Lo supo todo, y descubrió que le gustaba ser quien era, quien había sido y quien sería.

El universo se colapsó. La energía existió un instante en el tiempo. Un momento tan pequeño que nadie, hasta entonces, había sido capaz de imaginar. Ya que en su singularidad, en su duración, era infinito.

Sólo Él pudo comprenderlo como algo. Al instante siguiente explotaría, como había sucedido incontables veces y como volvería a pasar igualmente cuando correspondiese.

Y en ese instante mágico en el que el todo se convirtiese en nada, y la nada se convirtiese en todo. En el momento en el que Él desapareciese, para siempre. En ese instante Él colocaría la semilla que cubriría de vida el nuevo cosmos. A si mismo. Su ADN. El resultado de una eterna evolución explotaría a la vez que el universo llevando con él las bases de la vida. Se perderían sus memorias, sus recuerdos, sus existencias. El perfecto ADN que habían conseguido tras pulirlo a lo largo de eones, quedaría reducido prácticamente a la nada. Serían necesarios millones de años para que volviese a desarrollar seres vivos. Unicelulares al inicio, pluricelulares después y otros como Él al final.

Antes de desaparecer, se permitió un último pensamiento, y la felicidad le inundó: ¡Hágase la luz!

lunes, 25 de febrero de 2008

LA GUIA TURISTICA DE LA PATERNAL



Como se ha dicho, las gentes del barrio de La Paternal siempre intentaron sobresalir con sus obras en comparación con las de otros barrios. No era ello síntoma de un complejo de inferioridad, al contrario, decían los vecinos, era una forma excelsa de honrar al barrio de sus amores.

Unas anónimas mentes preclaras pensaron que el lugar tenía enormes posibilidades turísticas, ya que en su ejido había sitios y monumentos que podían ser considerados históricos. La mejor forma de promocionar al barrio —se les ocurrió—, fue escribir una Guía Turística del mismo. Pero como queda dicho debía ser una obra diferente a la de otras barriadas.

De esa forma se estableció un proyecto ambicioso-estrafalario, ya que en la Guía deberían constar no solo calles, hoteles, terrenos baldíos, kioscos, comercios, etc., sino también, los pavimentos rotos y cuarteados, los pozos y baches de las calles, las zonas que se inundaban en los días de lluvia, las esquinas donde paraban los muchachos, las bocas de tormenta, perros, gatos y plantas del lugar y un extenso etcétera.

De aquel impresionante proyecto solo alcanzaron a escribirse alguno capítulos —producto del entusiasmo inicial—, ya que sobrevinieron peleas, aburrimiento, desaliento y negligencia, de forma tal que los trabajos realizados se perdieron casi totalmente. De algunos retazos que quedaron por ahí tirados, podemos hoy reconstruir lo que fue aquella fantástica Guía de Turismo.

LOS EJIDOS HERMANOS
Por convenio especial el Barrio de La Paternal y el pueblo de Grazalema, en Cádiz, Andalucía se proclamaron Ejidos Hermanos, porque una española llamada Aseret, natural de ese pueblo, fue la Musa de La Paternal. El pacto hablaba de “estrechar los vínculos de hermandad entre las dos comunidades, proveer a la defensa común y promover el bienestar general”. En realidad nadie lograba entender que aplicación práctica podría tener un acuerdo de esa laya, salvo el de aparentar y mandarse la parte. Lo cierto es que las comunidades no observaron el precepto del Martín Fierro—los hermanos sean unidos /pues esa es la ley primera..—se enemistaron, luego pelearon y terminaron declarándose Ejidos Enemigos.

EL ASILO SAN MIGUEL
En el sector del barrio conocido como La Paternal Chica existía un establecimiento carcelario sui-generis. Allí cumplían condena de hasta 30 días de arresto —aplicadas por el Jefe de Policía—mujeres que eran sorprendidas en la calle ejerciendo la prostitución. Patinando, en el lenguaje de Buenos Aires. La moral de la época creía ingenuamente, que después de ese castigo, las “chicas que fuman” desertarían de su actividad. Durante el día las niñas permanecían encerradas al cuidado de una monjas que las asistían en diversas labores de manualidades, pero de noche se escapaban a la calle a traves de un boquete abierto en el muro de la prisión.
Debido a que no podían alejarse demasiado, patinaban por los alrededores del Asilo. El caso era que la zona era invadida por automovilistas que en sus autos-hotel disfrutaban de los servicios de las niñas. El inusitado movimiento trajo la apertura de bares, restaurantes, kioscos y demás yerbas. Había días en que el lugar parecía el Carnaval de Río de Janeiro. Se justificaba su inclusión en la Guía, por su animación.

EL CLUB DE LOS MINUFOS
Fue un de los primeros establecimientos abiertos para homosexuales, cosa que en su momento generó una tremenda oposición en el Barrio, pero que al final no pudo ser clausurado. Era un club privado que no molestaba a nadie, ni siquiera tenía vidrieras a la calle. Visto desde fuera parecía un depósito de mercaderías. Era muy concurrido, sobre todo por gentes de otros barrios, que podían allí —lejos de sus vecinos— salirse por unas horas del armario. Las veladas eran formidables, con bailes de disfraces y total libertad de actividades. El punto culminante de la jarana era un sorteo que se realizaba casi al concluir la fiesta. El premio era pasar la noche en el hotel Sheraton con un putito joven, de 15 o 16 años, vestido primorosamente de niña, acicalado, peinado, perfumado.
Un bomboncito. Los apostadores —“los bufas”en la jerga— se enloquecían por el premio, lo que hacía subir el valor de los boletos. El Comisario de la Seccional de Policía advirtió que si no lo “arreglaban“ procedería a clausurar el local, bajo la acusación de “realización de sorteos clandestinos”.(Art. 236 Del Código Penal).

LA CANCHA DE ARGENTINOS JUNIORS
La Asociación Atlética Argentinos Juniors alma mater del fútbol de La Paternal tenía su campo de juego en el corazón del barrio. Hoy se ha transformado en un miniestadio, pero antiguamente era una cancha de fútbol rodeada de tribunas de madera.
Aquello era muy precario, el terreno tenía 100mt. de ancho por 100 mt. de largo. El terreno de juego lo ocupaba casi todo, por lo que quedaba poco lugar para las tribunas, que eran solamente tres. Debajo de las tribunas había unas infames instalaciones, varias boleterías, baños, un bar desastroso, vestuarios y algún que otro depósito.
La Comisión Directiva se reunía en una café del barrio de Flores, para que sus deliberaciones fueran algo mas reservadas. Pero un día fueron localizados, y los días jueves —días de reunión—el bar se llenaba de hinchas del club, que iban a “orejear” las charlas de los Directivos. Debido a ello se resolvió realizar las Juntas en una de las boleterías de la cancha. Pero ello no sirvió de nada, los socios escuchaban a través de las ventanillas de las boleterías y, media hora después que finalizaba una reunión secreta, todo el barrio estaba enterado. Realmente aquellas Comisiones eran transparentes por la fuerza. Nunca pudieron engañar a nadie.

sábado, 23 de febrero de 2008

PEINADO CON RAYA EN MEDIO




De la greguería de Ramon Gomez de la Serna

“los tornillos son clavos peinados con raya en medio”

¡Ah! el peinado con raya en medio, hoy está pasado de moda —como los números romanos—, pero en sus tiempos sí que era una maravilla. Te estoy hablando de 1920 a 1950; los muchachos lo lucían y era una pena que la costumbre de usar sombrero disimulara un poco su existencia. Pero en el momento de saludar —y quitarse el sombrero— ahí lo tenias, en todo su esplendor.

No era nada fácil peinarse de esa forma. En primer lugar, debías tener la cabellera lo mas limpia posible, bien cepillada. Luego te pasabas una buena cantidad de GOMINA, un fijador célebre en su época, que al endurecer dejaba el peinado a prueba de ventarrones. Con cierta rapidez acomodabas con el peine los cabellos del centro de la cabeza, de atrás hacia delante, y quedaba esta como si una vaca te la hubiera lamido.

A continuación debías construir la raya, apartando una mata de cabello hacia la derecha y otra hacia la izquierda y al final repasabas los cabellos de los costados…y ya estaba listo el peinado. Como la Gomina endurecía rápidamente, si no estabas de acuerdo con la obra, era muy difícil arreglarla. Había que lavarse la cabeza nuevamente. De ahí que de muchos cuartos de baños se escucharan salir insultos gruesos. Era que un muchacho se estaba peinando y la cosa no salía a su gusto.

Sin embargo este peinado no favorecía a todo el mundo. Era necesario tener una cabellera abundante y un rostro y cabeza al estilo, de forma que la peinada hiciera juego con la cabeza y la cara. Un tipo semi pelado, o con rostro chupado, no podía lucir un peinado con raya al medio. Yo supe tenerlo en una época, y hoy con 60 años largos encima, he vuelto a usarlo. Pero ha sido por una causa de fuerza mayor, se me ha caído el pelo y tengo una raya de 15 centímetros de ancho.

jueves, 21 de febrero de 2008

Una de la guerra civil

Desde que era pequeño me han interesado las historias de la guerra civil. Pero no las del cine o la literatura (hago una excepción con el libro de Juan Eslava Galán, Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie), nada más lejos de la realidad. Me gustaban las de los verdaderos héroes, los que tuvieron que luchar allí, a favor o en contra de sus ideales, y las de los que sufrieron de una manera u otra aquellos duros años.

Hoy he leido en el blog de Belen in red una historia que me ha hecho recordar algunas de las que me contaron a mi. Vaya por delante que las tres que cuento, son un homenaje a sus tres protagonistas principales y a los personajes secundarios que en ellas aparecen. De los tres mencionados, uno fue lo más parecido a un abuelo que he tenido nunca; a otro no lo llegué a conocer y el tercero, ronda los 88 años y está lúcido como un niño pequeño.

* Los rojos: Como veréis fácilmente, el personaje de esta historia, luchó en el bando nacional y siempre se refería a los republicanos como "rojos". Nunca lo hizo con desprecio ni con odio, sino con un profundo respeto hacia el enemigo vencido.

Luchó en el frente asturiano al inicio de la guerra, y recordaba con nostalgia y un brillo de audacia en su mirada, como lograron franquear el callejón sin salida en el que se habían metido en Grado ("Grao" decía él).

Posteriormente participó en la Batalla del Ebro, de donde recordaba el intenso frio que pasó.

Cuando se licenció al terminar la guerra, no había sido herido ninguna vez.

* Madrid 1936-39: La segunda persona que me viene a la cabeza, es el abuelo de una muy buena amiga. Era andaluz de buena familia (con tierras) que al producirse el alzamiento se encontraba trabajando en Madrid. Cuando empezaron a realizarse las purgas, fue escondido en el sótano de una familia amiga. Pasados muchísimos meses en esa "prisión", un día decidió que no lo aguantaba más y que pasase lo que pasase, él tenia que salir a la calle. Quiso la suerte que a los pocos días de empezar a moverse, lo reconoció un miliciano armado, que fusil en mano cambio de acera dirigiéndose a él. Según cuentan, se puso pálido como la luna y se vió camino del otro barrio.

Cuando el miliciano llegó, sonriendo le dijo "'Señorito, ¿Pero que hace usted aqui?" y cogiéndole del brazo se lo llevó a una cafetería cercana.

Resulta que el miliciano y él eran del mismo pueblo, y que su padre había trabajado para el del señorito. Mucho antes de que la guerra empezase, el padre del miliciano había necesitado ayuda económica para montar un negocio que le permitiese dejar el campo, y no habiéndole prestado nadie nada, había recurrido a su jefe, el cual le había dado lo necesario para su proyecto, sin pedir nada a cambio.

Cuando su hijo vio al señorito en Madrid, y éste le refirió las penurias pasadas, el miliciano le dijo que no se preocupase de nada, que para eso estaba él allí. En unos cuantos días le consiguió un carnet de la CNT para que pudiese moverse con libertad y poder trabajar.

Nunca volvió a ver al miliciano.

* Deserción: De todos es sabido, que en la guerra allá donde te pillase era donde te reclutaban. Esto le sucedió al tercer protagonista de este relato. Da igual el bando en el que estuviese. La historia se repitió en ambos lados.

Cuenta que, como sus ideales políticos estaban en el bando opuesto, a los pocos meses de comenzar la contienda decidió con otros dos compañeros, aprovechar la cercanía de las filas enemigas para desertar la primera noche sin luna o con poca visibilidad. Cuando esto tuvo lugar, los tres dejaron sus fusiles y salieron a campo abierto. No se acuerda del porqué, pero algún centinela dio la voz de alarma y sus ex-compañeros comenzaron a dispararles. Uno fue abatido en la carrera y él y el tercero consiguieron llegar a la zona contraria. Fueron internados en un campo de concentración con otros fugados como ellos. Sin embargo, por fortuna, antes de que pasase la primera semana fue reconocido por un oficial amigo de su padre, que respondió por él y consiguió su liberación y su vuelta al frente.

Tampoco fue herido. De su compañero de fuga no supo nunca nada.

Las tres historias tuvieron finales felices. Sé que esto no es normal, pero sin duda, su hubiesen terminado en tragedia como tantas otras, yo no estaría hoy contándolas.

miércoles, 20 de febrero de 2008

El rizador

8:30

Ramiro Miró era un hombre feliz. Acababa de dejar a su mujer en la habitación del hotel, encantada de la vida por haber tenido la oportunidad de acompañarle en este viaje, y, tras montarse en su Mercedes clase SL, se dirigía al hospital donde le esperaba el gerente con el que iba a cerrar el trato de la compra del nuevo mobiliario del centro. Con esa inesperada venta, cubría con creces el objetivo de ventas anules y al mismo tiempo, lo hacía en el mes de marzo. Todo lo que viniese en adelante sería en forma de incentivos.

Por otro lado, había quedado a comer con la mujer con la que llevaba chateando desde hacia ya unos meses, y cuyos presencia acaparaba sus sueños toda las noches. Había sido aquella un conquista difícil. Básicamente por las circunstancias que rodeaban el cortejo. Él era un delegado de ventas de una empresa con sede en Madrid. Casado y con un hijo adolescente, los años no se reflejaban demasiado en su aspecto externo. Eso le permitía siempre mentir con respecto a su edad, y presentarse más como un treintañero en la flor de la vida, que como un maduro cuarenton. Ella en cambio era una joven con su tercera década recién estrenada, que llevaba la contabilidad de una pequeña empresa dedicada a la exportación de vegetales en Murcia. Una chica misteriosa y seductora, que auguraba el acceso al Olimpo de los dioses si se lograban abrir los múltiples candados que custodiaban la puerta del mismo.

Decididamente aquel iba a ser su gran día.

11:30

El montacargas paró en la séptima planta del hotel y abrió sus puertas. Tina Romero salió del mismo arrastrando sus pies y el carrito de la limpieza. Toallas y artículos de tocador, se mezclaban con el mocho de la fregona y el aspirador. Como cada día desde hacía ya más de tres años se disponía a arreglar las distintas habitaciones de la planta.

Llamó con los nudillos a la 215 y, tras la ausencia de respuesta, entró en la misma.

Hacía unos minutos que Ana Hermida había terminado de vestirse y se encontraba sentada en el borde de la cama perfilándose las cejas, cuando la puerta de la habitación se abrió sobresaltándola. Unos instantes antes, cuando aún estaba desnuda hablando por teléfono tras secarse y rebuscaba en la maleta su ropa interior, la situación hubiese sido bastante embarazosa. Sin embargo, la fortuna había dictado que todo quedase en un susto momentáneo, solventado con la caída de las pinzas depilatorias que, delicadamente, sujetaba entre sus dedos.

- Perdone señora – dijo Tina al tiempo que con el rabillo del ojo veía como algo metálico rebotaba en la moqueta quedando semioculto debajo de la cama. – Había llamado y no respondió nadie, y ....

- Tranquila, tranquila – respondió Ana. – Estaba concentrada y no le he oído llamar. ¿Va a hacer la habitación?

- Sí señora, pero no se preocupe que vuelvo en otro momento.

- Muchas gracias – sonrió Ana al tiempo que se levantaba. – En cinco minutos dejo la habitación y puede hacerla.

- Gracias.- acertó a decir Tina mientras se daba la vuelta abandonando la estancia

Ana continuó con la sonrisa en la boca aún cuando la mujer de la limpieza ya se había ido. Lo cierto es que ese rictus facial no la había abandonado desde que su marido le propuso el viaje. Había sido una sorpresa para ella. Normalmente a Ramiro le gustaba ir solo en sus viajes de negocios. Decía que así se concentraba en el trabajo. Sin embargo esta vez, se encontraba eufórico. El negocio que traía entre manos era pan comido y había querido celebrarlo en su compañía.

No había costado mucho faltar en la oficina ese día. Un hijo enfermo era una excusa valida en una persona que apenas si faltaba a su trabajo. Además el gesto de su marido había propiciado una ardiente noche de sexo como hacía tiempo no tenía. Se humedeció solo de recordarlo.

La melodía de su teléfono, hizo que volviese rápidamente a la realidad. Ramiro estaba al otro lado. “Hola cariño. ¿Que tal estás?” – le preguntó.

- Bien. Todavía en el hotel ¿y Tu?¿Cómo vas?

- Bueno, esto se está retrasando un poco. Creo que tendré que ir a comer con el cliente, y quizás la tarde se alargue un poco. ¿Qué vas a hacer?

Pensó unos instantes. Realmente no tenía nada en mente. “Mira” – la voz de su marido volvió a sonar en el auricular.- “¿Por qué no coges un taxi y vas a Cartagena?. El Dr. Gomez me ha recomendado el Museo Nacional de Arqueología Subacuática. Creo que te gustará. Luego, si quieres, puedes pasear por la zona peatonal de la Plaza Héroes de Cavite y hacer algunas compras. Yo te recojo a eso de las siete de la tarde y ya volvemos a Madrid”

Asintió. El plan le gustaba. No conocía Cartagena y hacía tiempo que no tenía una tarde libre para ella sola.

Recordó que se le habían caído las pinzas y agachándose las recogió del suelo. A continuación, cerró despreocupadamente la maleta y abandono el hotel.

12:00

Rita volvió a golpear la puerta de la habitación 215. Era la segunda vez que lo hacía, y pese a ello espero cerca de un minuto antes de volver a abrir. Nunca le gustaba sorprender a los inquilinos en el interior, y después de la equivocación de hacia un rato, no estaba entre sus planes que esto sucediese de nuevo.

Siguiendo la rutina habitual comenzó su trabajo en el aseo. Recogió las toallas dispersas por el suelo, cambio los artículos de tocador utilizados, limpió y fregó. A continuación pasó a la habitación. La maleta de los huéspedes se encontraba en el suelo, junto al armario. La recogió y la colocó en el mueble que a tal efecto había en el cuarto. Cambió las sabanas, rellenó el minibar, cambio la bolsa de la basura y, por último, aspiró la moqueta.

Cogiendo el carrito se dispuso a abandonar el cuarto para continuar sus tareas, cuando recordó el objeto metálico que se le había caído de la mano a la señora. ¿Y si no lo hubiese recogido al no saber donde estaba? Al igual que antes había hecho Ana Hermida, Tina se arrodilló y levantando el volante de la cama, inspeccionó el suelo. Allí, a escasos centímetros de su manos, estaba el objeto metálico.

Procedió a recogerlo, y abriendo la cremallera de la maleta, lo depositó en un lateral.

Abandonó la estancia contenta consigo misma. Nadie conocería lo que había hecho. No se valoraría su perspicacia. Nadie la felicitaría por su eficiencia. Sin embargo ella sabía que realmente hacía bien su trabajo, y con eso le bastaba.

13:30

La Guía Michelin, no tiene restaurantes recomendados en Murcia. Sin embargo, sus múltiples viajes a la ciudad habían hecho de Ramiro un gran conocedor del negocio de la restauración en la capital. No había sido difícil, por tanto, quedar con su cita en el Rincón de Pepe. La elección no había sido casual, no solo por su gastronomía, si no porque el local pertenecía al hotel del mismo nombre, perteneciente a una conocida cadena hotelera nacional y era en el que había pasado la noche acompañado de su mujer.

Ramiro sonrió al imaginar el rostro de su esposa si pudiese verlo teniendo relaciones sexuales con otra mujer, en el mismo sitio en que horas antes había estado ellos dos. Se hubiese quedado totalmente estupefacta.

Cuando diez minutos después apareció la mujer a la que esperaba, su corazón se desbordó en un torrente de calidas y placenteras emociones.

- Susana. ¡Que ganas tenía de conocerte! - fue lo único que acertó a decir mientras se daban dos besos.

Lo cierto es que Susana le había impactado. Pese a que ya conocía como era, gracias a la foto que aparecía en el messenger, la mujer que se había presentado ante él superaba sus expectativas más optimistas. Lucía una llamativa y poblada melena rizada negra, que no ocultaba unos espectaculares ojos verde esmeralda. Su metro sesenta y cinco centímetros eran ocupados por unas proporciones como las que a él le gustaban. Pecho llamativo, pero sin abusar, cintura estrecha y generosas caderas. Pero lo que más le llamó la atención fue la sonrisa. Franca, abierta y sincera. Decididamente aquel era su día.

La comida transcurrió deprisa. Si bien en un principio la tirantez de la situación hizo un poco complicado el flujo de la conversación, enseguida la confianza adquirida en horas delante del ordenador compartiendo confidencias y risas, facilitó una situación más distendida que, llegado el momento, termino llevándoles a hablar de sexo.

Cuando llegó la hora de pagar y aventurarse a ir más allá, Ramiro lo tenía claro. Quería acostarse como fuese con Susana.

- ¿Y ahora qué? – preguntó Susana, mientras sonreía y le miraba con complicidad.

- Ahora te invito a tomar una copa a mi habitación – respondió Ramiro mientras tomaba su mano y la llevaba al ascensor.

14:30

Después de haber visitado el museo recomendado por su marido, Ana paseó distraídamente por la zona peatonal de Cartagena, buscando algún lugar apetecible donde comer. Tras preguntar a un policía municipal, se dirigió a un pequeño restaurante situado frente al mar. Allí, y siguiendo la recomendación realizada por el maître, eligió un típico caldero murciano regado con Jumilla Casa de la Ermita. Mientras esperaba la comida, aprovechó los rayos del sol invernal para disfrutar de su calor.

15:50

El recepcionista del hotel, vio pasar a la pareja de la mano. El señor Miró le guiñó el ojo y se metieron en el ascensor. “Vaya juerga se van a correr estos dos. Y con su mujer por ahí haciendo lo que sea. Menuda suerte tienen algunos” – pensó.

16:22

La puerta del ascensor se abrió y la joven que un rato antes había subido con el señor Miró salió a toda prisa. Detrás de la recepción el joven la siguió con la mirada hasta que se perdió de vista. Otra persona tal vez se hubiese extrañado del escaso tiempo transcurrido entre que ambos subieron y ella abandonó el hotel. Sin embargo, un recepcionista ve tantas cosas raras a lo largo de su vida profesional, que ni siquiera mientras llamaba a la habitación para saber si el señor se encontraba bien, pensó en lo anómalo de la situación.

16:23

Cuando el teléfono del cuarto sonó, Ramiro se encontraba meditando sobre lo que acontecido. Mecánicamente descolgó, al tiempo que preguntaba a su interlocutor. Tras aclarar al chico que no sucedía nada y que todo era normal, volvió a dejar el aparato en su ubicación original.

Se levantó y se acercó al espejo. ¿Cómo había podido suceder? ¿Qué había sucedido? Nunca en su vida había pasado tanto oprobio. Jamás se había encontrado tan avergonzado.

Se miró la entrepierna, aún desnuda. Aquello seguía colgando ahí, con todo su vigor. ¡Maldita sea! ¡Era la mujer más atractiva! ¡La más sensual que había conocido en su vida!. Y se había reído en su cara del tamaño de su miembro. ¡Justo el día que mas erecta la tenía de toda su vida!

Lentamente comenzó a vestirse. Cuanto antes saliese de aquella habitación, antes olvidaría el suceso. Cogió la maleta que su mujer había dejado preparada y pagó la estancia.

16:39

Sabía que no debía haber probado el vino. Siempre que lo hacía aparecían los molestos ardores. Por eso, cuando Ramiro la llamó quedando en recogerla a las cinco y media en vez de a las siete como había dicho inicialmente, Ana se sintió aliviada. Temía tener que pasar la tarde entera de pie con esa acidez. Aprovecho el rato que le quedaba para ir a la farmacia y comprar el medicamento habitual en estos casos. Con un poco de suerte a lo largo del camino se le calmaría el estómago.

20:45

El viaje había sido anormalmente silencioso. Preguntas de cortesía al comienzo del mismo, pero sin entrar a fondo en los detalles.

Si bien inicialmente Ramiro agradeció la ausencia de conversación de su habitualmente habladora mujer, con el transcurrir de los kilómetros la noto un tanto distante con él. Pese a que lo intentó en un par de ocasiones, lo único que consiguió fueron vagas respuestas sobre molestias estomacales. Finalmente decidió que tenía bastante con sus propios problemas como para ocuparse de los ajenos, y dejo de preguntarse acerca de otros posibles motivos del silencio.

21:05

Pese a las horas transcurridas, Ana no solo no se encontraba mejor, sino que su buen humor matinal se había convertido en un recuerdo perdido en el tiempo. Por eso cuando se dispuso a retirar toda la ropa de la maleta y encontró aquello, todo su malestar, todo su genio salió a relucir.

-¿Me quieres explicar lo que ha pasado en ese hotel? – dijo con voz helada a su cónyuge mientras con su mano derecha sujetaba una maleta y con la contraria un artilugio con apariencia de rizador de pestañas

Hay ocasiones en las que deseamos que, al igual que ocurre en los dibujos animados, se abra un hoyo en los pies que nos permita salir de situaciones embarazosas. A Ramiro la pregunta de su mujer le pilló con la guardia bajada y sin un agujero al que arrojarse. Un sudor frió comenzó a expandirse por su columna vertebrañ

-¿Qué?.... Ehh. ...¿Que quieres decir cariño? – por segunda vez en el día, sus palabras se atoraban en la punta de la lengua

-¿Qué has hecho esta tarde en el hotel?

- Nada, cielo......Nada. ¿Qué iba a hacer? He estado.... He pasado toda el día con el Dr. Gómez – adelantó sus manos con las palmas hacia arriba, al tiempo que intentaba sonreír de forma despreocupada, consiguiendo sin embargo, que su rostro mostrase una mueca forzada.

-¿Nada? ¿Y esto que es? – respondió su mujer blandiendo ante sus ojos el rizador de pestañas.

-¿Un rizador? – se atrevió a preguntar.

- Sí. Un rizador. Veo que lo sabes. ¿Y?¿No tienes nada más que decirme?

La atmósfera de la habitación se había vuelto gélida, desangelada, cuando Ramiro respondió sinceramente. “No. ¿No se que quieres que te diga? ¿Es tuyo no?”

-¿Mío? – la voz sonó burlona.- ¿Mío? ......¿Alguna vez me has visto rizarme las pestañas?

- No sé. Ya sabes que no me fijo en esas cosas - dudó.- Sí. Supongo que sí.

-¡Mira cerdo de mierda!– el huracán había alcanzado su punto álgido.- Esta tarde te lo has montado con alguien en el hotel, y cuando has recogido las cosas, has metido su rizador de pestañas en tu maleta por equivocación. ¡Eres un autentico bastardo!

Ramiro miró a su mujer desconcertado. Mentalmente repasó lo que había hecho después de vestirse y recordó que no había tocado en absoluto la maleta salvo para cogerla. Sintió un alivio momentáneo. Después de todo, se trataba de un error. Un lamentable malentendido.

Ese segundo de vacilación en el que Ramiro alzó imperceptiblemene la mirada, le bastó a Ana para saber que sus sospechas eran ciertas. Su marido la engañaba. El mundo comenzó a venirse abajo a su alrededor.

Por la noche intentó recordar el resto de la conversación. Había gritado, seguro. Pero no recordaba las patéticas excusas de Ramiro, ni sus respuestas. Lo único que visualizaba con claridad era el momento en que cogiendo la maleta, la lanzó a la calle y echo a su marido tras de ella. Desde aquel momento, lo único que había hecho era llorar.

23:15

A Ramiro le costó encontrar un hotel a esas horas de la noche. Cuando por fin entró en la habitación, arrojó la maleta sobre la cama y se dejo caer. Todavía estaba aturdido. ¿Qué había pasado? ¿Cómo había sucedido?¿Dónde había ido a parar su gran día? Y, sobretodo ¿¡Qué coño hacía un rizador de pestañas que no era de su mujer ni de Susana en su maleta!?

23:16

Tina acababa de llegar a su casa. Como todos los días, después del trabajo, había estado limpiando otras casas. Se quitó la ropa y se puso algo cómodo. En la mesa, al igual que cada noche la esperaba su marido con la cena preparada.

-¿Qué tal te ha ido? – Preguntó él.

- Como siempre. Bien – Se paró un momento y sonrió.- No. Hoy especialmente bien.

-¿Y eso?

- Porque da gusto cuando haces bien tu trabajo. Hoy he evitado que una clienta del hotel perdiese su rizador de pestañas. Es una tontería. Probablemente no se haya dado ni cuenta, pero a mi me ha reconfortado.

lunes, 18 de febrero de 2008

INFORME SECRETO Nº 9807



Señor Director General de la Agencia:

S / D


En cumplimiento de las instrucciones recibidas, pasamos a detallar las operaciones realizadas a efecto de localizar en la localidad de Grazalema, Provincia de Cádiz, C. A. de Andalucía, a la antigua Musa del Barrio de La Paternal , de nombre Aseret.

Por denuncia anónima del 18/02/2008, se ha sabido, que la mencionada fue vista en el lugar detallado mas arriba. Nuestro satélite de Informaciones E.N.R. localizó el lugar en las siguientes coordenadas: 36 grados, 46 minutos Norte y 5 grados, 22 minutos Oeste. El lugar esta ubicado a 142 km. de la ciudad de Cádiz, con una superficie de 121 km2 y una población de 2218 habitantes. Actividad principal: Turismo.

La Comisión que se desplazó hasta allí, a las ordenes del suscripto, procedió a interrogar a personas del lugar habiéndose llevado al tal efecto un retrato robot confeccionado con los datos de la denuncia e invocándose también el apodo con el que se conocía a la persona buscada: "La remendá".

Las personas jóvenes respondieron no conocer a la citada Musa, alegando que de haber existido se trataría de alguien perteneciente a una generación anterior. Las personas mayores contestaron con evasivas— producto, según comprobamos— de confusiones de la edad, olvidos parciales y/o Alzheimer. Algunos pensaron que estábamos buscando a la Gran Zulema, primitivo nombre árabe del pueblo de donde deriva el actual.

Nos dirigimos en consecuencia al colectivo turístico y comprobamos que es un pueblo turístico, pero sin turistas. Quienes trabajan allí son personas que viven del turismo, empleados de hoteles y casas rurales, taxistas, cocineros, cantantes, médicos, abogados, guardabosques, locutores, etc. con sus familias. Estos son en total unas 1900 personas, la casi totalidad del pueblo, y se ayudan mutuamente. Los médicos y abogados van a los hoteles, los hoteleros van a la radio, los locutores y cantantes van a los restaurantes, los restauradores viajan en taxi y los taxistas visitan a médicos y abogados.

De ese modo el pueblo se activa y el movimiento económico se produce, como si hubiera turistas. Pero turistas, turistas, no hay. En consecuencia, tampoco se encontraron evidencias de la Musa buscada en este presunto colectivo.

Resumiendo, esta operación se cerró con un gran fracaso, por lo que recomiendo que la próxima vez solo se investiguen denuncias cuyos autores sean debidamente identificados

Es todo lo que puedo decir a Vd.

domingo, 17 de febrero de 2008

LAS MUSAS



Como no podía ser menos, también el Barrio de La Paternal tuvo su musa. A diferencia de otras barrios que tuvieron sus deidades protectoras acuñadas en mujeres imaginarias, la de La Paternal era real y se llamaba Aseret.Ya se ha señalado que los habitantes de ese barrio querían diferenciarse de las otras barriadas y, esforzadamente, construyeron una identidad propia. Su musa debía ser y era, de carne y hueso.

Pero no sucedió así en otros lugares: el Barrio de Pompeya —patria chica de Homero Manzi— tuvo su musa en Malena, que según el tango “canta el tango como ninguna” pero que no existió en la vida real.
El barrio de Palermo era devoto de la rubia Mireya, “que quité en lo de Hansen al guapo Rivera/ casi me suicido una noche por ella/ y hoy es una pobre mendiga harapienta”…Personaje celebre, pero inexistente.

En Parque Patricios, se veneraba a Estercita, “que hoy te llaman Milonguita/ flor de lujo y de placer/… de quién también se decía que “los hombres te han hecho mal”, pero era totalmente desconocida.
En la Boca se prendían velas por Margot, que ”llevaba boina azul/ y en su pecho colgaba una cruz”, pero de la que se ignoraban otras señas.
Hubo algunas como “Santa Milonguita” o “Mimí Pinzón” o “ Madame Ivonne” de las que no se sabía incluso, a que Barrio protegían.

Los Paternalenses decidieron casi por unanimidad que Aseret Raliuga sería la reina de su particular Monte Parnaso, la protectora de las artes y las ciencias de la barriada. El consenso no se logró por una votación o aclamación específica, ni por una campaña publicitaria; sino que, sobrevino en el espíritu de las gentes y, como una misteriosa fuerza, estalló un día y quedó allí, suspendido en el aire.

Ni que decir que la calle Gavilán donde habitaba la musa, se convirtió de pronto en la mas famosa del Barrio. Todos los días, a las cinco de la tarde, cuando la joven se asomaba a la puerta de calle para tomar el fresco y ver pasar la gente, una nutrida representación humana se congregaba para participar en amenas charlas y recibir los dones que la deidad prodigaba.

Nuestra heroína era de aspecto físico agradable, alta, muy delgada —en demasía para su época— de abundante cabellera rizada y de mirada muy perspicaz. Sobresalían sus cejas, tenía una manera simpática de expresarse y destacaba en ella una personalidad sencilla y cautivante. El trato que ofrecía la musa prendaba a hombres y mujeres por igual.

Sin pretenderlo logró enamorar una apreciable cantidad de vecinos, aunque sin confirmarle su correspondencia a ninguno. Hubo quienes abandonaron a sus novias y/o esposas para posicionarse mejor frente a una eventual elección de la joven. Tampoco faltó la competencia por ofrecerle los regalos mas insólitos; pero fiel a su estilo, Aseret alentaba a todos pero no elegía a ninguno. Algo así como el tejido de Penélope. Paralelamente a ello, —por los regalos recibidos— la familia Raliuga fue acumulando un capital nada despreciable

Según se cuenta, solo uno de los participantes de aquellos diarios saraos callejeros pudo arrimarse sentimentalmente a la joven. Era pobre de solemnidad, pero decían que su labia era muy precisa y sentida. No podía competir con los regalos materiales, pero era duro de alcanzar en las ofrendas del corazón. Un cierto día desapareció misteriosamente, y los vecinos notaron en la musa un cierto enfriamiento en su trato con ellos. Se decía —pero sin confirmación— que había sido asesinado por razones de envidia, a manos de algún enloquecido pretendiente. Pero esta especie nunca pudo ser probada.

Lo cierto es que aquel acontecimiento marcó un punto de inflexión en la platónica amistad entre Aseret y sus vecinos y/o pretendientes. Un buen día, la niña, sus padres y sus dos hermanos desaparecieron de La Paternal, y se rumoreaba que habían regresado a España, de donde eran oriundos. Una profunda congoja se apoderó del barrio; en la puerta del que fuera su domicilio se levantó un altar, se encendieron velas y nunca faltaron flores.

Se pensó en designar una Comisión para que le siguiera la pista en España, ya que se creía que la familia estaba en Andalucía, lugar de donde habrían venido. Pero el costo de ese emprendimiento era muy elevado,— ya que solamente viajar a la Península por barco tomaba 30 días— y fue imposible reunir los fondos. Es decir, el amor de la gente era muy grande, pero no tanto.

La última noticia que se tuvo fue que aquel misterioso joven, al que un día se lo tragara la tierra, había aparecido y localizado a la musa en la capital del Reino, pero esto tampoco pudo ser probado. Inexplicablemente el paso de aquella joven por Buenos Aires no quedó inmortalizado en ningún tango —como sucedió con otras musas—, deuda que hasta el día de hoy sigue sin honrarse.

viernes, 15 de febrero de 2008

L'amour

Uno de mis abuelos era médico. El otro no.

Mi abuelo médico trató a mi otro abuelo de su incurable enfermedad. No consiguió salvarlo. Mi madre quedó huerfana en la niñez.

Cuando mi padre está en plan sarcástico, y le preguntamos que le enamoró de mi madre, riéndose responde: "Alguno de los hijos de mi padre tenía que enmendar su error, y a mi me tocó la pajita más corta"

jueves, 14 de febrero de 2008

MENSAJES OCULTOS



Los habitantes del Barrio de La Paternal también descollaron por su ingenio e inventiva.

En épocas en que Internet o el teléfono celular eran sencillamente impensables, aquellos pioneros inventaron un sistema de comunicaciones a prueba de miradas indiscretas e intromisiones fatales. Su propósito fue cubrir transgresiones amorosas, para que discurrieran con discreción. Debido a que esas faltas eran graves, era necesario mantenerlas muy ocultas y se imponía una comunicación secreta.

Natalio Frencia era un profesional de la lucha libre, que —cuando se retiró— concurría los domingos por la tarde al Luna Park, a ver a los luchadores de la troupe Titanes en el Ring. Como era amigo de todos y también del cameraman de TV, este solía obsequiarle con un primer plano en su calidad de espectador de la platea. Y esa era la señal para que una honorable dama —que seguía la lucha por TV, con sus hijos— supiera que a las 20,00 hr la esperaría “donde tu sabes”.

Scanio Perruzzi publicaba un aviso clasificado en el Diario Clarín. “Cambio bolitas por chiche nuevo – T.E. 23051964” donde el número de teléfono era la fecha del encuentro, por supuesto, en el “lugar de siempre”. Lo original del aviso no daba lugar a ningun tipo de confusiones.

Josefina Llenar —distinguida ama de casa—, solía correr al almacén de la esquina, siempre a las 12,55 Hs. El negocio cerraba a medio día, a las 13 Hs. por lo que ella era la última clienta; el dependiente bajaba la cortina y… los chavales del barrio la apodaron Ultimo Momento, como en las noticias urgentes de la radio.

Annello Cecatto, conocido poeta y verseador del barrio solía escribir esquelas que depositaba en los zaguanes de ciertos domicilios, para determinadas damas;

Espuma de leche hervida,
cuatro ruedas tiene un coche
que linda que está la noche
pa’organizar una salida.

Pero, como la carta era demasiado evidente, un marido afectado lo denunció y cuando llegó a la cita lo esperaba la Policía. Terminó preso.

El caso de Ricardo Barcina dio mucho que hablar.
Un día se encontraba reparando unas chapas del techo de su vivienda y observó que desde una terraza vecina, lo miraba una muchacha de una manera muy particular. Se trataba de una empleada doméstica de una familia que tenía su habitación en esa terraza. Se acostumbraba emplear chavalas del interior, a las que se les ofrecía un sueldo, habitación y baño privado. A ese primer “encuentro” siguieron algunas charlas subrepticias en la calle, salidas hasta la plaza del barrio, y por fin una noche, la cita en la habitación de la joven. La señal para el encuentro era transmitida por la niña, quién colgaba una tela roja en la ventana del cuarto, lo que significaba “te espero esta noche a las 11”.

Los amigos íntimos del galán sabían del secreto, y cuando este anunciaba que: “izaron la bandera", no había más que agregar. Una noche, en su emoción, Ricardo caminó apresuradamente por los techos que separaban su casa del cuarto del encuentro. Las chapas crujieron, y un vecino —pensando que eran ladrones— avisó a la Policía. Cual no sería la sorpresa que se presentó en el lugar una comisión policial, que comenzó a revisar las casas del lugar, alborotando y sacando a los vecinos de las camas, para registrar . Llevaban las armas desenfundadas, lo que dio un cierto dramatismo al asunto.
Llegaron hasta el cuarto de la niña, la interrogaron sobre “si había visto algo” y por suerte para ella siguieron de largo sin mirar en la habitación. Ricardo se había escondido debajo de la cama y no lo vieron. Fue la noche más larga de su vida, recién a las cuatro de la madrugada pudo regresar, desandando el camino y muerto de miedo, pensando que alguien pudiera escucharlo. Al final, los viajes nocturnos se suspendieron.

Pero como todo cambia en esta vida, también el progreso dejó su marca en La Paternal, y hoy la concertación de citas se realiza —entre otros— por los Blogs especializados en Payadas:

Aquí le mando un cantar
a una joven novia mía
que según creo vivía
en la calle Membrillar

La invito al parloteo
esta noche si es posible
porque estoy irresistible
y con ganas de casoreo.

jueves, 7 de febrero de 2008

LA ESTUPIDEZ HUMANA


Dedicatoria:
A todos los Blogueros/as del grupo Contadores.

Encontraran aquí muchos conocidos/as, se les aclararán las ideas y podrán entender muchas cosas que les han ocurrido en la vida.

—Nota aclaratoria: Aunque el autor habla en términos generales, este estudio fue realizado en el Barrio La Paternal y, para de ser sinceros, debería titularse "La Estupidez en La Paternal"; porque en el susodicho barrio —cuyos habitantes consideran que son los primeros en todo—, los estúpidos eran los mejores del mundo, aún por encima del hombre medio norteamericano. ¿Vale?

DEL LIBRO "ALLEGRO MA NON TROPPO"-
Carlo M. Cipolla


LAS LEYES FUNDAMENTALES DE LA ESTUPIDEZ HUMANA


1. La Primera : " Siempre e inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de individuos estúpidos que circulan por el mundo".
2. La Segunda : " La probabilidad de que una persona determinada sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de la misma persona".
3. La Tercera : " Una persona estúpida es una persona que causa daño a otra o grupo de personas sin obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso obteniendo un perjuicio",
4. La Cuarta : " Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento y lugar, y en cualquier circunstancia tratar y/o asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error".
5. La Quinta : " La persona estúpida es el tipo de persona más peligroso que existe. El estúpido es más peligroso que el malvado".

CATEGORIAS FUNDAMENTALES DE PERSONAS


Todos los seres humanos están incluidos en una de estas cuatro categorías fundamentales: los incautos, los inteligentes, los malvados y los estúpidos.

Los Incautos:

Podemos recordar ocasiones en que un individuo realizó una acción (es decisivo que sea él quién la inicie), cuyo resultado fue una pérdida para él y una ganancia para nosotros: habíamos entrado en contacto con un incauto.

Los Inteligentes:

Igualmente, nos vienen a la memoria ocasiones en que un individuo realizó una acción de la que ambas partes obtuvimos provecho: se trataba de una persona inteligente.
Una persona inteligente puede alguna vez comportarse como una incauta, como puede también alguna vez adoptar una actitud malvada. Pero, puesto que la persona en cuestión es fundamentalmente inteligente, la mayor parte de sus acciones tendrán la característica de la inteligencia.
En determinadas circunstancias una persona actúa inteligentemente, y en otras circunstancias esta misma persona puede comportarse como una incauta. La única excepción importante a la regla la representan las personas estúpidas que, normalmente, muestran la máxima tendencia a una total coherencia en cualquier campo de actuación.

Los Malvados:

Todos nosotros recordamos ocasiones en que, desgraciadamente, estuvimos relacionados con un individuo que consiguió una ganancia causándonos perjuicio a nosotros: nos encontramos frente a un malvado.
Existen diversos tipos de malvados; el malvado perfecto es aquél que con sus acciones causa a otro pérdidas equivalentes a sus ganancias. Otro tipo de malvados son aquellos que obtienen para sí ganancias mayores que las pérdidas que ocasionan en los demás, esos son deshonestos y con un grado elevado de inteligencia, pero la mayoría de los malvados son individuos cuyas acciones les proporcionan beneficios inferiores a las pérdidas ocasionadas a los demás. Este individuo se situará muy cerca del límite de la estupidez pura.

Los Estúpidos:

Nuestra vida está salpicada de ocasiones en que sufrimos pérdidas de dinero, tiempo, energía, apetito, tranquilidad y buen humor, por culpa de las dudosas acciones de alguna absurda criatura a la que, en los momentos más impensables e inconvenientes, se le ocurre causarnos daños, frustraciones y dificultades, sin que ella vaya a ganar absolutamente nada con sus acciones.
Nadie sabe, entiende o puede explicar, por qué esta absurda criatura hace lo que hace. En realidad no existe explicación -o mejor dicho- solo hay una explicación: la persona en cuestión es estúpida.
La mayoría de las personas estúpidas son fundamental y firmemente estúpidas, en otras palabras, insisten con perseverancia en causar daños o pérdidas a otras personas sin obtener ninguna ganancia para sí, sea esto positivo o negativo. Pero aún hay más. Existen personas que con sus inverosímiles acciones, no solo causan daños a otras personas, sino también a sí mismos. Estas personas pertenecen al género de los superestúpidos.

EL PODER DE LA ESTUPIDEZ


Como ocurre con todas las criaturas humanas, también los estúpidos influyen sobre otras personas con intensidad muy diferente. Algunos estúpidos causan normalmente perjuicios limitados, pero hay otros que llegan a ocasionar daños terribles, no ya a uno o dos individuos, sino a comunidades o sociedades enteras. La capacidad de hacer daño que tiene una persona estúpida depende de dos factores principales: del factor genético y del grado de poder o autoridad que ocupa en la sociedad.


Nos queda aún por explicar y entender qué es lo que básicamente vuelve peligrosa a una persona estúpida; en otras palabras en qué consiste el poder de la estupidez.
Esencialmente, los estúpidos son peligrosos y funestos porque a las personas razonables les resulta difícil imaginar y entender un comportamiento estúpido.
Una persona inteligente puede entender la lógica del malvado. Las acciones de un malvado siguen un modelo de racionalidad: racionalidad perversa, si se quiere, pero al fin y al cabo racionalidad. El malvado quiere añadir un "más" a su cuenta. Puesto que no es suficientemente inteligente como para imaginar métodos con que obtener un "más" para sí, procurando también al mismo tiempo un "más" para los demás, deberá obtener su "más" causando un "menos" a su prójimo.


Desde luego, esto no es justo, pero es racional, y si es racional uno puede preverlo.
Con una persona estúpida todo esto es absolutamente imposible. Una criatura estúpida os perseguirá sin razón, sin un plan preciso, en los momentos y lugares más improbables y más impensables. No existe modo alguno racional de prever si, cuándo, cómo, y por qué, una criatura estúpida llevará a cabo su ataque. Frente a un individuo estúpido, uno está completamente desarmado.
Puesto que las acciones de una persona estúpida no se ajustan a las reglas de la racionalidad, de ello se deriva que generalmente el ataque nos coge por sorpresa incluso cuando se tiene conocimiento del ataque no es posible organizar una defensa racional, porque el ataque, en sí mismo carece de cualquier tipo de estructura racional.


El hecho de que la actividad y los movimientos de una criatura estúpida sean absolutamente erráticos e irracionales, no sólo hace problemática la defensa, sino que hace extremadamente difícil cualquier contraataque. Hay que tener en cuenta también otra circunstancia. La persona inteligente sabe que es inteligente. El malvado es consciente de que es malvado. El incauto está penosamente imbuido del sentido de su propia candidez. Al contrario de todos estos personajes, el estúpido no sabe que es estúpido. Esto contribuye poderosamente a dar mayor fuerza, incidencia y eficacia a su acción devastadora.


Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida y el trabajo, hacerte perder dinero, tiempo, buen humor, apetito, productividad, y todo esto sin malicia, sin remordimientos y sin razón. Estúpidamente.
No hay que asombrarse de que las personas incautas, generalmente no reconozcan la peligrosidad de las personas estúpidas. El hecho no representa sino una manifestación más de su falta de previsión. Pero lo que resulta verdaderamente sorprendente es que tampoco las personas inteligentes ni las malvadas consiguen muchas veces reconocer el poder devastador y destructor de la estupidez.
Generalmente, se tiende incluso a creer que una persona estúpida sólo se hace daño a sí misma, pero esto significa que se está confundiendo la estupidez con la candidez.

SOCIEDAD Y ESTUPIDEZ

Sería un grave error creer que el número de estúpidos es más elevado en una sociedad en decadencia que en una sociedad en ascenso. Ambas se ven aquejadas por el mismo porcentaje de estúpidos. La diferencia entre ambas sociedades reside en el hecho de que en la sociedad en declive los miembros estúpidos de la sociedad se vuelven más activos por la actuación permisiva de los otros miembros.


Un país en ascenso tiene también un porcentaje insólitamente alto de individuos inteligentes que procuran tener controlada a la fracción de los estúpidos, y que, al mismo tiempo, producen para ellos mismos y para los otros miembros de la comunidad, ganancias suficientes como para que el progreso sea un hecho.En un país en decadencia, el porcentaje de individuos estúpidos sigue siendo igual; sin embargo, en el resto de la población se observa, sobre todo entre los individuos que están en el poder, una alarmante proliferación de malvados con un elevado porcentaje de estupidez y, entre los que no están en el poder, un igualmente alarmante crecimiento del número de los incautos.

miércoles, 6 de febrero de 2008

La importancia de la letra N

Nunca me había fijado en este pequeño detalle, pero las letras N que adornan la Audiencia Nacional, no estan bien colocadas.
Como no soy yo el que ha descubierto el gazapo, si no Iñaki Pérez, desde Santiago de Compostela, con una explicación que no deja lugar a dudas
Después de leer la web, no podreis mirar a la letra N con la misma indiferencia que actualmente,

Historias del tren (I).

Cuando tenía algo así como la mitad de edad que ahora, solía viajar en tren. Generalmente no ocurría nada y yo, joven y con ganas de aventuras estaba siempre alerta ante cualquier nuevo acontecimiento.
Subí al tren para regresar a la universidad tras un corto fin de semana con la familia, los amigos y no recuerdo si algún que otro noviete. Era Lunes por la mañana y el tren iba repleto de ejecutivos, matrimonios que se dirigían a la capital a visitar a algún doctor, comerciales en busca de nuevos clientes, algún que otro estudiante de fin de semana tardío y no pocos personajes extravagantes, como de costumbre.
El único asiento libre estaba frente a un monje capuchino. Era alto y grueso, con su hábito marrón desparramándose sobre el asiento contiguo. Supongo que nadie había querido sentarse frente a un personaje tan amplio y que dejaba tan poco espacio para sus compañeros de viaje.
Me saludo con una sonrisa y casi sin saber como, iniciamos una conversación que todavía no he olvidado.
"No es casualidad que estés sentada frente a mí, en esta vida todos formamos parte de un conjunto de acontecimientos enlazados"...
Se dedicaba a estudiar los fenómenos casuísticos.

"Algunas veces cuando vamos por la calle pensamos que nos vamos a encontrar con alguién, o que va a suceder algo imprevisto. Generalmente no suele ocurrir nada, pero cuando ocurre tenemos la sensación de que todo estaba previsto, prefijado".
"Esto parece una casualidad para la mayoría de las personas, pero hay otras que viven esta sensación muy amenudo, incluso varias veces al día...eso no es ya una mera casualidad".

Pero, ...¿Pueden estas personas predecir el futuro?, pregunté.
"No, no pueden hacerlo, solamente pueden constatar las propias sensaciones, el sentimiento de -Algo va a ocurrir-".
"¿Cuál puede ser la explicación?, es sobre lo que estoy indagando, a eso me dedico?".

La conversación fue breve, no duró más de media hora, pero fue tan intensa que de repente mi compañero se dió cuenta que se había pasado de estación y tuvo que bajarse en la siguiente para retomar el viaje de retorno.

Desde entonces me he preguntado en muchas ocasiones si en realidad hay gente que pueden tener percepciones más intensas que el resto de nosotros.
Ahora no tengo la más mínima duda, he conocido a personas muy cercanas que tienen ese tipo de percepciones, sin poder explicarlas, sin entenderlas a veces, pero sin duda no es algo ordinario.
Y yo misma. ¿No he vivido esa certeza de que algo estaba a punto de pasar?.

"Una carretera peligrosa, tres personas en un coche, una noche cerrada y oscura. De repente la sensación de que algo terrible va a ocurrir, empiezo a sudar. Voy en la parte de atrás del coche, no me atrevo a hablar porque me tomarán por loca. ¿Qué puedo hacer?. Mis manos se frotan como posesas, el corazón late descoordinadamente... me queda poco tiempo. Empiezo a rezar, no se a quién ni qué pido. Mi oración, es una súplica, un grito de socorro. Soy consciente de que esa acción va a salvarme la vida. Como si se lo estuviese ordenando, las luces del coche se apagan, se queda sin electricidad y se para."
Jamás me ha ocurrido nada igual en toda mi vida. ¿Porque se paró de repente el coche?.
Esta sensación de peligro la viví de nuevo años más tarde, en esa ocasión conducía yo y paré el coche.
¿Casualidad?, ¿Obsesión?, ¿locura?, ¿Fantasias?...¿Percepción?.

Lo cierto y verdad es que hay cosas inexplicables con los conocimientos científicos actuales. Y que mi compañero de viaje, aunque sin querer, me dejo un recuerdo perdurable, mucho más que otras personas que estuvieron más tiempo en mi vida y por tanto formó parte de mi cadena de acontecimientos, de mis recuerdos.

Seguro que a vosotros también os han pasado cosas que no entendeis del todo...
Buen sueño, buen viaje al mundo onírico... donde todo es posible, buenas noches.



martes, 5 de febrero de 2008

AMOR RAZONABLE VS AMOR IMPOSIBLE


Dedicado a ti


El amor razonable es aquel que puede palparse, verse y conocerse. Por ejemplo: "Amo a Dorotea, la chica de la tienda".
El amor imposible es aquel que aún pudiendo expresarse, no puede materializarse. Es el amor que surge por Internet, cuando dos almas sensibles comprueban que son la una para la otra, pero hay un Nick del que no pueden salir, o una distancia que no pueden salvar.

Dicen que el amor razonable es algo prosaico, dado que la culminación matrimonial llega a domesticarlo. En cambio el amor imposible nunca pierde fuerza, porque se trata de amar a alguien que nunca será para uno/a.

El amor razonable genera indiferencia, en cambio el imposible despierta piedad.

En el amor razonable las personas se enamoran de sujetos posibles y buscar pareja es una tarea racional. En el amor imposible no existe la decisión, solo el destino determina de quién te enamorarás,—y muchas veces en secreto— porque el objeto de tu amor ha sido asignado a otra persona.

Los hombres de negocios consideran al amor imposible como cosa funesta para el desarrollo del comercio y la industria, pues dicen que el personal esta más atento a una ilusión que a una compra-venta. En cambio, quién tiene un amor imposible, afirma que es el único totalmente maravilloso y digno de admiración.

Los hombres prácticos elaboraron una tabla para localizar un amor razonable. En ella la edad, fortuna, posición social, altura, caprichos, educación y número de zapato, determinan el tipo de mujer que encaja en su “plan” amoroso. En cambio los hombres y las mujeres cabales afirman que: con solo una foto, o cruzar una mirada o intercambiar una sonrisa, le resulta suficiente, no necesitan más.

El amor razonable está sujeto al castigo del tiempo, que a veces lleva a extinguirlo o degradarlo. En cambio, en el amor imposible —la pasión— no envejece ni se envilece, ni nadie podrá engañarlo. Y por padecer sufrimiento permanente traerá el consuelo de la resignación.

Por lo tanto, quién tenga un amor imposible, que no se arrepienta ni lo abandone. Aún a riesgo de que la ilusión nunca se materialize, no deje de acariciarla. Acaso ¿no hay algo mas bello y edificante que amar, aunque sea un imposible?

lunes, 4 de febrero de 2008

INVENTORES ( I I )

Para T.A.C.

Otro inventor, del nunca bien ponderado barrio de “La Paternal”, fue Ignacio Tranca.
A diferencia de otros colegas suyos, Ignacio era más completo, porque aparte de desarrollar nuevos artilugios, también se había inventado una nueva profesión. Su actividad principal —con la que se ganaba el puchero— era la fotografía. Tenía un local donde atendía sus clientes de fotos carnet, pasaportes, casamientos y otros acontecimientos.

Un buen día se dijo: —yo también soy Director de Cine. Y lo peor de todo, fue que se lo creyó.
Se sabe que todo Director consagrado —como él decía que era— siempre tiene a su disposición un buen Guionista y un Productor solvente: pero no era ese el caso, ya que Ignacio debió escribirse sus guiones, juntarse los pesos para afrontar los gastos de sus proyectos y, por supuesto, dirigirlos.

Como era hombre de escasa cultura, los guiones eran simplotes y estúpidos, por decirlo suavemente. Por carecer de dinero, sus producciones eran miserables y, por falta de tiempo, sus direcciones eran discontinuas y erráticas.

La duración de los rodajes se prolongaba durante años; sus actores a veces fallecían en la mitad del baile, por lo que había que sustituirlos por otros disfrazados de los difuntos. Y hasta hubo una vez, en que el propio Ignacio sustituyó a un muerto. Así salio la escena.

Con todo, nuestro héroe llegó a filmar tres largo-metrajes, una hazaña sin parangón dado lo dicho más arriba.

En una oportunidad, se debió filmar una escena en medio de un campo. La buena técnica indicaba que era conveniente filmar primero y luego doblar los diálogos en Estudios; pero a falta de dinero, hubo de hacerse todo a la vez. Para que en la banda sonora del film no se escuchara el ruido del motor de la filmadora, esta debía ser aislada. Por carecer de efectivo —¡la pasta, siempre la pasta!—, Ignacio inventó una "aislación", que no fue otra cosa que un enorme ropero, donde el cameraman se encerraba, y desde allí filmaba. Hubo que llevar el ropero al campo —con todo lo que ello implicaba por su enorme peso— pero luego allí, por falta de movilidad del mueble, se registraron todas las escenas desde el mismo ángulo, con lo que aquello resultó una reverenda porquería.

En otra ocasión, y luego de haber terminado un filme que, por supuesto, ningún Exhibidor quería proyectar, se dirigió al Festival Internacional de Cine de Mar del Plata que se celebraba cada año. Allí, en la Muestra Paralela, logró que el representante de Polonia —a la sazón bajo el Comunismo— viera su película con vistas a una posible compra. Finalizada la exhibición, este le dijo: “Vea mi amigo; que un camionero pierda su camión y que los compañeros del sindicato reúnan dinero para comprarle otro, es una irrealidad. ¡Eso no pasa ni en Polonia!”. Se había inventado la fantasía que detrás de la Cortina de Hierro, una idea como la suya podría tener éxito.

Pero probablemente, la situación más patética se vivió con un Titulador. Su función era la de dibujar los títulos que presentan cada film. Era un italiano que se presentó semi borracho a realizar su trabajo. La actriz se llamaba María Katz, y el muy desgraciado —por su estado o por hacer una broma— pintó María Catzo (polla, en italiano). Ninguno reparó en el error por aquello de que los títulos de las películas nadie los lee. Y el día de la exhibición privada, nada más comenzar el filme, estalló una carcajada generalizada entre los asistentes, e Ignacio recién se dio cuenta del fallo.
Por supuesto, María se sintió humillada, rompió a llorar y se fue. Por falta de dinero ese título nunca pudo arreglarse, y lo mas triste del caso es que —por primera vez en su vida— Ignacio no pudo inventar nada apara salir airoso del trance.