miércoles, 26 de marzo de 2008

COLECCIONISTAS



Yo, viejo, así como me ves, supe ser periodista. Como que estoy mamado, fíjate aquí tenés el carne.
Yo trabajé en Crítica, el diario de Natalio Botana. Que no puede ser, pero mirá bien, está escrito arriba el carne: “ el señor Guillermo Lagurda es periodista de este diario, por lo que se solicita a las autoridades se le otorgue la máxima colaboración”. Está escrito y no hay reclamo, ahora que yo fuera periodista de verdad, es otra cosa. A mó, Natalio me quería mucho, yo no tenía jefes, solo le rendía cuentas a él. Era un tipo fuera de serie, fue el inventor del periodismo popular y yo campanié (observe) muchos fatos (asuntos) que se cocinaron allí, en el diario.

A mi me mandaba a los asuntos especiales y según venía la mano, los publicaba como noticias generales o como noticias de policía. Vos sabes como manejaba las noticias de la “sangrienta policía”. Era un crack. Te acordás de la pagina 8, después de la mitad del diario y antes de los avisos clasificados. Siempre había varios muertos, vos abrías el diario en esa hoja y chorreaba sangre. Natalio me decía, vos juná pibe, (mirá) cuando la gente compra el diario, lo primero que hace es abrirlo por la pagina 8, son mis clientes. Pan y circo, viejo, y laburo para nosotros. ¡Dale nomás!

Vos te acordarás del bocho (cabeza) que tenía Natalio, le laburaba el mate todo el tiempo, meta crear y crear, era una máquina imparable, que manera de ganar guita, y pagaba bien, no era ningún miseria con la gente que le respondía, un caballerazo. Un día se le ocurrió entrevistar a coleccionistas. Mirá pibe,— me dijo—vos te vas a ocupar del asunto. Hay mujeres y hombres que tienen una manía coleccionista que los devora, no te hablo de los tipos que juntan obras de arte o arman una biblioteca , sino de los giles (tontos) que juntan porquerías; llaves, escarbadientes, pasajes de tren, botones de camisas, boletos de colectivo (buses), cagadas de pajaritos y otras boludeces (tonteras). Andá a verlos, llevate a un fotógrafo y después vemos que trajiste.

La primera que entrevisté fue una mina (mujer) que juntaba abrazos de hombres. Le pregunte el nombre y me dijo que le decían Anette, cuando le quise dar yo también un abrazo me mandó al carajo. Mirá ñato, yo abrazo al que quiero y no a cualquiera, vos sos viejo, pelado y tenés una panza de la gran puta. Para abrazarte a vos se necesitan tener los brazos de cinco metros de largo, parecés un ombú de ancho que estás. La colección de la naifa era un enorme libro donde estaban anotados 4.000 abrazos que había dado y recibido en los últimos diez años, con fechas, direcciones, nombres y horas, a un promedio de 33 por mes. La pobre tenía mas empujones que un mamado, pero estaba linda la mina. Natalio la bautizo Anette 4000. Su verdadero nombre nunca lo quiso decir, porque no quería que el diario la quemara, ustedes son mas falsos que el cuatro de copas me dijo, y me rajó de la casa. ¡Que personalidad!

Después encontramos un tipo que juntaba cajitas de fósforos y etiquetas de cigarrillos. Tenía en su casa dos piezas que dedicaba a guardar sus colecciones, en una estaban las cajetillas y en la otra las marquillas. El tipo se complacía en olfatear los olores del fósforo blanco y el cuerpo oxidante que salían de las cajitas y también el aroma del tabaco que largaban las etiquetas. Te digo hermano que había una baranda (olor) en esa casa que te la voglio dire. Justo después de la entrevista un vecino le tiró un fuego dentro de la pieza de los fósforos y a los diez minutos la casa era una fogata infernal.
Botana aprovechó las dos cosas y durante varios días le dio manija en el diario, incluso sacó una edición especial con la entrevista y el incendio. Que bárbaro, no se hablaba de otra cosa en Buenos Aires.

También entrevistamos a un coleccionista de corchos, que decía que guardaba todos los tapones de las botellas que había escabiado (bebido) en su vida. Otro que tenía fotos de todas las ejecuciones que había en Estados Unidos, eran como dos mil, había de todo, silla eléctrica, horca, fusilamiento, cámara de gas, ¡que alegría!. Uno se dedicaba a juntar guiones de cine de películas que jamás habían sido filmadas, tenía en la casa tantos papeles que yo creo que valían mas que el inmueble.

Pero el reportaje mas espectacular fue el que le hicimos a una mina que se dedicaba a coleccionar orgasmos. Los fotógrafos del diario querían venir todos, y Botana hizo un sorteo que gano el flaco Galindez. Allí nos fuimos y le pregunté a la percanta si ella yiraba para conseguir el material, casi me mata, yo soy una mujer decente y me hecho los polvos con quien quiero y no con quien me paga, yo no cobro. Estuvimos casi cinco horas hablando. La bronca inicial se esfumó, y me mostró un mundo que yo desconocía por completo.
Mira, gordo, yo sí que he mirado cielorrasos pero nunca les presté atención, me concentraba en el polvo, me explicó como manejaba a los tipos para que hicieran lo que ella quería, qué carpeta (calidad) que tenía, nunca vi una cosa igual.
Ja! yo solterón empedernido, que porque me echaba por dos pesos un polvo en el kilombo de la esquina, creía que era un piola (vivo, ligero) me vine a avivar que siempre fui un gil de cuarta. Mira viejo, que a los cincuenta años te vengas a desayunar que siempre fuiste un otario (tonto) y no un vivo como creíste, es para ponerse a llorar. Botana me dijo, quién carajo te dijo que nuestro laburo es fácil, desde Gutemberg para acá las cosas se han complicado, palabra de periodista.

2 comentarios:

Firebrand dijo...

Viejita:
Yo me dedico a coleccionar euros, pero se me escapan de las manos. Deben estar cruzados con anguilas.

boticcario dijo...

Yo tambien quiero coleccionar euros. pero me serviría con los billetes grandes y rojos. Luego llamaría al protagonista para salir en la página 8.... ¡Es más! No tendría reparos en que me ayudase con mi colección.

Un relato fantástico ¡Pibe! :)