miércoles, 2 de abril de 2008

El secuestro

Dedicado a Carmen del Pastor
que me ha servido de musa

La estancia era desapacible. Similar a la que se ve en las películas. Una habitación espartana, parca en mobiliario y fría, muy fría.

 

El policía entró y se sentó frente a mi. Me miró directamente a los ojos y, se presentó "Buenas noches, soy el inspector Ortiga". A continuación, abrió la carpeta que traía bajo el brazo y que suavemente había depositado sobre la mesa, poniéndose a leer la información allí contenida. Al cabo de unos segundos volvió a fijar su mirada en la mía y comenzó a hablar:

 

- Javier Corredor. 39 años. Sin antecedentes. Casado. Dos hijos. Trabajo fijo desde hace catorce años..... – hizo una pausa -. ¿Puedo preguntarle por qué?

 

- Sí, claro – Respondí -. Fue por ella. Por la chica que me atendió en ventanilla.

 

- ¿Me está diciendo que ha atracado y secuestrado una entidad bancaria sólo por una de sus empleadas? – su tono reflejaba sorpresa y cierta mofa acompañada de una duda razonable ante lo escuchado -. ¿Ha puesto en juego su vida solo por eso?

 

- Sí.

 

- No. No, no. Esto no funciona así ¿Crees que soy gilipollas? ¿Qué me voy a tragar ese cuento?– noté como había dejado el amable usted para ir directamente al "eres una rata que no merece mi consideración y por tanto te tuteo e insulto porqué aquí mando yo ¿Te enteras?". Y sí. Sí me había enterado -. ¡Tu lo que querías es la pasta! Te salió mal la jugada y acabaste encerrado en la sucursal, con unos rehenes. Eso es lo que ha pasado. –sentenció.

 

Le miré fijamente a los ojos y me tome un segundo antes de responder. "Crea usted lo que quiera, pero mis motivos fueron los que le he dicho"

 

- ¿O sea que se ratifica en que has cometido un delito como este, solo por la empleada de un banco?

 

- Exactamente

 

- Vamos a ver. Vayamos por partes. Explícame lo que pasó.

 

- De acuerdo – contesté-. Pero para eso tengo que contarlo desde el principio.

 

Eché la vista atrás y repasé los acontecimientos de los últimos cuatro días que me habían conducido a esta estancia.

 

- Todo empezó el lunes – comencé -. Como había cobrado la nómina con los incentivos del último año y tenía unos pagos atrasados en la Caja de Ahorros del Segura, fui a la sucursal del Money Bank que hay en Pozuelo. No por nada, sino porque de otras veces sé que las dos están a menos de cien metros la una de la otra y, claro, para andar con 6000 euros en el bolsillo es más seguro.

 

El caso es que en lugar de estar la señora que habitualmente se encarga de la ventanilla, había una chica que no conocía y ¿Sabe? Me impactó.

- ¿Estaba buena? – me interrumpió el inspector -.

 

- Pues si le digo la verdad no lo sé. Bueno, ahora sí lo sé, pero en aquel momento no fue en lo que me fijé. No. Fue en su cara. Hermosa, solo puedo definirla como hermosa. ¿Conoce usted a una actriz que se llama.....– dudé. No me salía el nombre -. ¡Sí!. Bridget Fonda?

 

El policía hizo un gesto negativo con la cabeza al tiempo que alzaba su ceja derecha y cerraba la comisura de sus labios. Sin duda intentaba recordar de quien le hablaba.

 

- Guapísima – continué -. Veintipocos años. Melena morena. Una cara preciosa dentro de un ovalo perfecto. Ojos verdes y, todo ello, adornado de unas graciosas pecas. No sé ¿Qué más le puedo decir? La mujer más guapa que he visto en mi vida. Y le aseguro que he visto muchas. Siempre me han gustado más las mujeres bellas que las que están buenas.

 

- Vale, vale – volvió a interrumpirme -. ¿Y entonces que?

 

- Bueno. En lugar de sacar todo el dinero que quería, me llevé solo mil euros. Como no es mi sucursal, sé que tienen que enviar una comprobación de mi firma a mi oficina habitual. Eso tarda unos diez minutos. Así podía estar este tiempo allí disfrutando de ella, y encontraba una excusa perfecta para verla otra vez.

 

El martes volví a la oficina, y repetí la operación. Y antes de ayer, regresé por tercera vez. Siempre con el objetivo de encontrarme con ella, de que me atendiese. Por último ayer tuve que retirar el dinero que faltaba, para no ser penalizado por el retraso. Tuve suerte, y la comprobación de firmas se demoró por espacio de media hora. Anduve intentando tontear, pero ¿Qué quiere? Eso no es lo mío. En las distancias cortas no soy un tío gracioso ni ingenioso. Más bien tímido – paré un momento y recordé mis vanos intentos por parecer lo que soy cuando se me conoce bien, pero que nunca transmito en las primeras conversaciones -.

 

El caso es que esta mañana me apetecía volver a verla pero ya no tenía ningún motivo real para ir al banco. Como dejé la cuenta a cero ya no podía hacer ninguna operación. Aun así, me planté allí a ver si encontraba alguna excusa. Y entonces se me ocurrió lo del secuestro. No sé porqué, pero me acordé de la película de Átame, de Almodóvar. Pensé que si secuestraba el banco, podría pasar al menos unas horas con ella y conocerla mejor. Ser yo mismo. Vamos, ver si podría haber química entre los dos.

 

Hice una nueva pausa y pedí un vaso de agua. Después continué con mi historia

 

- Como hace años viví en Pozuelo, sé donde hay un "Todo a cien". Fui allí, compré dos botes grandes de plastilina y bolsas de basura blanca. En mi coche coloqué la plastilina dentro de una de las bolsas, la enrollé alrededor de mi cuerpo, y me planté en el banco. El resto ya lo sabe.

 

El inspector se quedó pensativo un segundo "¿Eso es todo?", preguntó.

 

- Sí, no hay nada más. Las reivindicaciones fueron solo para ganar tiempo. Solté al resto de los rehenes en cuanto pude, porque no quería que pasasen un mal rato por nada, y estuvimos solos hasta que decidí que ya era suficiente.

 

Se hizo una largo silencio. Después el inspector comenzó a recoger los folios que se hallaban sobre la mesa y sin preámbulos me preguntó "¿Ha merecido la pena?"

 

- Sin duda – respondí-. Creo que sí. Que ha merecido la pena.

 

Mi interrogador cogió la carpeta y se abrió la puerta. Sin embargo, antes de irse se volvió hacia mi. "¿Y no hubiera sido más fácil haberla invitado a tomar un café?"

 

Reconozco que no esperaba esa pregunta. "¿Usted me ha visto inspector?¿Realmente cree que hubiese aceptado un café conmigo?".

 

-No sé – respondió -. Pero tal vez hubiese debido atreverse a conocer esa respuesta.

 

Mientras me devolvían a la celda, esa pregunta no dejaban de repetirse en mi cabeza ¿Hubiese aceptado un café?


1 comentario:

Firebrand dijo...

Pues la proxima vez—si no se atreve a presentarse personalmente—
que le mande una carta o un e-mail.
De momento parece que le va salir un poco caro el asalto, aunque con el codigo penal español puede que salga en dos meses.(Será Farruquito
II)