viernes, 18 de abril de 2008

LA REFLEXION FEMENINA




Los hombres tienen más fuerza física que nosotras y ello ha condicionado el destino de incontables millones de mujeres a lo largo de la historia. Por la fuerza física ellos se hicieron cazadores y nosotras, por la menos fuerza física, nos hicimos recolectoras.
El vigor masculino fue en los tiempos primigenios la condición necesaria para la supervivencia de la especie. Al repartirse las responsabilidades, nosotras fuimos las que gestamos y parimos, por lo que hubiese sido de justicia, detentar la mitad del poder.

Pero no. El trato fue injusto y todo el poder fue para el hombre. El varón pasó a ser el narrador de la humanidad. Los varones nos han contado como sucedió todo, los motivos, los argumentos, los resultados. Casi todas las civilizaciones han dado por válida, —siempre— la narración de los varones.

Las mujeres solo tuvimos la obligación de escuchar la voz varonil durante siglos y siglos; como si no hubiera otra. Estuvimos en silencio sin siquiera reivindicar el sonido de una voz propia. Recién por el siglo XIX, a mediados del siglo, comenzó a hacerse audible una voz oprimida y rabiosa, el Movimiento Feminista.

Luego, en el XX, Virginia Woolf (El cuarto propio) reclama intimidad física para desarrollarnos como sujeto, intimidad personal para tener nuestro juicio propio; mientras que el Feminismo sigue luchando para que las mujeres seamos visibilizadas como seres humanos.

Hay un armario femenino, como hay un armario homosexual. Los gays nos han iluminado muchísimo al respecto. Su epopéyica “salida del armario”, con los conflictos que supone enfrentarla, nos dicen a las mujeres de nuestros propios armarios, donde hemos dejadas colgadas —y a lo mejor descartadas— las mejores partes de la femineidad. Hace apenas cien años empezaron a reconocernos; hasta entonces solo éramos hembras, “personas con capacidades diferentes”.

Hoy somos sujetos; la fuerza física es un atributo degradado. Creemos que podemos abrir los roperos y ponernos las ropas que nos apetezcan. ¡Pero no, cuidado! Eso lleva tiempo y una se enreda con una misma. Hoy la fuerza de la voluntad es mas valorada que la fuerza física y las mujeres tenemos magníficas oportunidades. ¿Pero, queremos oportunidades magníficas en lo profesional o económico?

Muchas de nosotras llamaríamos hoy, una “oportunidad magnífica” el hecho de poder llorar o abrazarnos al pecho de un varón. Y los varones, que antiguamente nos abrían la puerta…hoy nos quitan el pecho. No hay nada más que espante a un varón español de 30 años para arriba, que una mujer “lo necesite”.

Nosotras sí, queremos a los varones. Hubo generaciones femeninas que en realidad, no los quisieron. Les tuvieron mucha rabia. Nuestras predecesoras tomaron conciencia de que fuimos criaturas de la especie humana siempre castigadas.

Fue cuando nos dimos cuenta de que incontables millones de las nuestras vivieron sus vidas con todas las oportunidades negadas, al mismo tiempo de que no se les ocurrió pensar que algo raro, siniestro y tremendo les estaba pasando.

1 comentario:

Maria dijo...

Excelente post que deja las cosas en su sitio y a las personas en su lugar. Hoy ya no es necesaria la fuerza bruta para sobrevivir, las desigualdades tendrán que caer por su propio peso y encontraremos un nuevo equilibrio. Tiempo al tiempo, estamos en un momento de transición, pero yo en esto me siento muy optimista.