martes, 3 de junio de 2008

EL CIRCULO CERRADO


por Alejandro Modarelli


Artículo publicado por el diario Pagina 12 de Buenos Aires. Me he limitado a colocar, entre paréntesis, aclaraciones que hagan mas fácil su lectura en España.

Firebrand


Padre, hijo


Y un rezo tambien al espíritu santo. Año 1998. Mario piensa solo en su hijo todavía adolescente, cuerpo contra cuerpo, junto a él, en el celular de la Division Narcoticos que los lleva desde el Departamento Central de Policia a la carcel de Caseros (en la ciudad de Buenos Aires).

No cree en Dios —o se cagó siempre en Dios, da igual— pero ahora, lo nombra y le pide protección cuando ve venirse encima la prisión colosal. Es la primera vez que cae y es a lo grande y, para colmo, con el hijo. Ya había pasado en Paraguay por un reformatorio, eso sí, y conoce esos ambientes de clausura masculinos. Ante todo, el miedo ahora es por su pibe (hijo) que no le dirige la palabra ni le hablará mientras compartan el encierro. No le perdona al padre que se haya dejado perder por un pendejo (chaval) que, ademas de bello amante, era buchon de la yuta (confidente de la Policia).

Mario ama los cuerpos machos, de bajo fondo, tan duros e insociales como el propio cuerpo: ahí se abre dulcemente y la dureza se vuelve capullo. Los musculos se ablandan. Su deseo sexual no tiene límites de ideologia y un uniforme de agente penitenciario, que hoy lo hostiga, puede convertirse mañana en la piel que cubre a un amante ocasional.


El mundo que se describirá en esta crónica, sin ser el de Jean Genet, está alejado de los ideales eticos de solidaridad y dignidad de clase, que la cultura biempensante les reconoce a menudo a los desposeídos, para hacerlos así mas humanos ante sus ojos. Esa cultura de las virtudes le es indiferente a Mario. Abusado y abandonado desde muy niño, luego ladronzuelo y homosexual, inteligentísimo, Mario se ha puesto siempre fuera de toda ley, incluso de esa contracara de la ley social que es la lealtad entre los que la violan.

Ama, lo jura, a su hijo; o al amigo que no lo abandonó cuando cayó. Sobre todo a Ariel, a quien conoció en la carcel. No tiene rasgos de heroe ni de antiheroe. Y cuando narra los primeros tiempos de su reclusión evoca los muslos y las vergas de los guardiacarceles; dibuja miembros hiperbólicos en el aire, del tamaño de los que trazaría Tom de Finlandia.


"Me converti en cocinero de los de requisa (inspectores de la carcel), los tipos mas odiados de la tumba (carcel) que manosean y maltratan a las visitas (las mujeres) de los reclusos con los que tienen problemas, para poder tocarles asi lo mas sagrado. Yo les hacía masajes en una camilla de descanso y, cuando no habia nadie a la vista, me pedian la mamada. Fui mulo (sirviente) de ellos, y pasaba droga permitida a los pisos.

En la leonera, ese galpón donde te revisan para circular, a mí me hacian seguir de largo. Y cuando habia requisa en los pabellones, apenas sí revolvían mis cosas para disimular, delante de los otros presos, que si no me mataban. Pero como yo no era del tipo mariquita —y cuando fue necesario le paré el carro a algún pesado (delincuente famoso)— nadie me jodía ni me tomaba de gato(sirviente) para que le limpie. "

Es más, me querían porque era muy simpático, estaba todavía lindo, y muchos se calentaban conmigo. Jamas pedí refugiarme en el pabellón de los huecos, como llaman a los gays o travestis. Me decian Marita, pero de manera cariñosa. A veces me venían con quejas contra mi hijo, que andaba con los cachivaches de su edad, pibes barderos (falsos) que no sabían comportarse. Tuve que coger (follar) con muchos pesados, que no me gustaban, para que no se cargasen a mi pibe (hijo)"


Para la sociedad corriente, la de extramuros, las prácticas homosexuales en las carceles entran en la categoria de lo archisabido. No obstante, su profusa representacion imaginaria, sin que llegue a falsificar abiertamente la realidad, la exagera. "En cuanto a los hombres, no hay algo asi como un festín de sodomias consentidas, nos dice Mario. Ni se viola al recien llegado como si se tratase de un ritual iniciático, salvo que fuera "un violin", uno de esos que, al tomar por asalto a una mujer, hija, hermana o esposa del algun hombre, se apropian por contiguidad del honor viril(violan). Y que, para colmo, en el caso de ellos, está confinado y no puede defenderlas. Por otro lado, aquel que busque acceder a un efebo por la fuerza sera considerado un "arruina-guachos" y se expondrá al castigo o el desprecio de los otros.

Machismo pragmático. Las encamadas entre presos mayormente heterosexuales son clandestinas y de ser descubiertos los gozantes, aquel que estaba en posicion de pasivo seguramente pasará a ser objeto de placer de los bufarras (homosexuales activos), aunque tambien lo sea en secreto. Ese secreto ágil transitará de boca en boca, y será el vehículo para una vida homosexual subterranea que se esmera en no dar argumentos de ataque a los mataputos.

"El sexo con las visitas mujeres se da, dentro de lo que se llama el embrollo, que es una frazada atada con cables y broches. Creo que hubo un caso en que el Servicio Penitenciario permitio a una travesti para la visita íntima en otro penal. Hay que tener cuidado para no interrumpir o joder el garche (coito); en Caseros se cogia (follaba) ahí nomas, en un patio común, a unos pasos de donde estabas vos conversando con tu abuela. Pero la visita higiénica no era obstáculo para la homosexualidad. El dia después del polvo con la esposa, se me acercaban para pedirme franela", sigue Mario y su constatación nos lleva a la invectiva que Pier Paolo Pasolini lanza en 1974, en el contexto del debate público sobre la autorización de visitas íntimas en las carceles italianas. En La carcel y la fraternidad del amor homosexual, Pasolini se indigna con los argumentos aducidos entre "los especialistas" que celebraban que los reclusos pudieran coger con mujeres y no cayesen en practicas "anormales o contra natura". "Que hay de malo en que los reclusos tengan también relaciones homosexuales; que hay de malo en una relación homosexual?", se preguntaba. Una relacion así "deja a un hombre exactamente igual a como era. Como maximo le ha ayudado a expresar totalmente su 'natural' potencialidad sexual, porque no hay ningun hombre que no sea 'también' homosexual... y en el mejor de los casos habrá enriquecido su propio conocimiento de las personas de su mismo sexo". El permiso que el Estado italiano otorgaba al goce sexual de los presos con sus mujeres, originado para Pasolini en el pánico homofobico, quería aparecer publicamente como una medida de caracter progresista. Y se asemeja en algo al gesto de Perón cuando en el ocaso de su segundo mandato resolvió legalizar los prostíbulos, con el objetivo nada libertario de que los jovenes, por falta de acceso carnal recto, no se dejaran llevar por el canto de sirena con pene de las perversiones.

Poco tiempo despues de instalarse en Caseros, se destina a Mario a una celda compartida con Ariel. La noche en que se abre la puerta, el chico lo saluda en calzoncillos, despatarrado en su cucheta. Imagen de porno gay clasico. Después de un mínimo intercambio biografico, cuando las miradas se encienden y las meadas en el urinario de la celda pasan a ser de exposicion, las ganas de coger se vuelven un sobreentendido. La distancia entre el deseo libertino y el romance pasional, como instancia superior de ese deseo, es muy corta, y sobre todo cuando se esta en la tumba. "Me enamoré de Ariel como nunca antes de nadie. Habia caído como yo por un tema de drogas. Llevaba tatuado en el brazo un nombre de mujer mal escrito. A partir de esa relación que manteniamos en secreto, las cosas en la carcel fueron para mi menos tristes. Al principio el la iba de chongo (homosexual activo) yo tenía que jugarla de mujer. Despues se solto y fuí entonces el primero al que le dio el culo. Unas semanas después me bolearon a otro piso, siempre te iban cambiando, pero seguiamos encontrandonos a conversar y besarnos en rincones, como el lavadero. Nos hablábamos por los teléfonos de tarjeta que habáa en cada piso. Una tarde se acabo esa especie de felicidad, Ariel fue boleado a Rio Gallegos (extremo sur de Argentina) y mi hijo salió libre. Me quedé sin esos dos afectos, y cuando me llego a mi el turno del traslado a Devoto, empezaron los meses mas terribles de mi encierro, que duro tres años." (Villa Devoto, en la ciudad de Bs. Aires) .


Devoto era todavia peor para Mario. Pabellones largos, caóticos, patriarcas que no lo querian. La desconfianza por el recien llegado de Caseros, de quien se habia corrido la voz que habia sido mulo de los de requisa, dió el pie para la disputa. Una nadería, una tartera tomada sin permiso, puede conducir a la faca (cuchillo) y el apuñalamiento. Esos momentos aparentemente intrascendentes son los que construyen las tragedias en la carcel. Entre el sueño y la vigilia, sin que pudiera el reaccionar a tiempo, ni verles la cara a los atacantes, le hicieron la manta a Mario; lo golpearon y lo violaron: "Uno de ellos fue el que me contagió el HIV, estoy seguro. Me lo señalaron otros presos. Me enteré de que el tipo recibia la prescripcion, como les llaman a los medicamentos y la comida especial para portadores o enfermos".


Mario terminó su condena en Rio Negro (al sur de Argentina), en una colonia para reclusos que serán liberados pronto. Ahí debía probar que era capaz de reinsertarse en una sociedad en la que jamás había estado insertado. La vida de los que, como él, cumplían el test de adaptacion era tranquila, casi confortable y sus aventuras sexuales o amores fugaces incluyeron tambien a dos violadores, que por esos meses se sustraían de la condena mítica que los perseguia de carcel en carcel (ser violados por los presos comunes).


Un gran amor no se olvida ni se deja

La convivencia forzada entre hombres solos, en unas circunstancias muy adversas como son las de la carcel, intensifica el impulso de destrucción y el amor. Son lazos masculinos que se viven, también de ese modo, en la trinchera de guerra, donde el miedo y el sacrificio compartidos originan experiencias tormentosas o de entrega absoluta entre los camaradas. El abrazo de hermanos, fuera de foco, puede devenir sexual, y cuando la bronca enceguece, fratricida.


El bioeticista Leonardo Belderrain, hasta no hace mucho capellan de la Unidad 32 (carcel) Capilla Santa Elena, escribe en el sitio de redes cristianas que "algunas relaciones homosexuales, sin ser el film Filadelfia, son una clara expresi6n de entrega y amor incondicional, sobre todo cuando son vividas desde el sufrimiento de la carcel... Muchos jefes de unidad autorizan en forma clandestina la visitas íntimas de personas homosexuales. Y saben que esto disminuye el sexo ocasional, adicción tan presente en las carceles". La celebración que hace un cura (de base) de una vida homosexual carcelaria, por mas que este inspirada en la busqueda de un bien superior, como es el autodominio y una cierta paz entre los presos, no puede mas que llamar la atencion en epoca de Benedicto XVI.

"Estas lejos de la familia, amenazado siempre por lo que te rodea, y de pronto te llega Ariel. La amistad que se genera entonces no es parecida a ninguna otra y tampoco le encontrás el nombre exacto. Yo soy puto, pero Ariel no. Ariel esta casado. Tiene hijos, como yo. Pero el jamás se reconoceria gay. En eso hay algo de los protagonistas de Plata quemada, ¿te acordas?" Mario cuenta que pasado un año de su libertad, de yire(buscando pareja) por el barrio de Once, se cruzó con uno del ambiente dealer que veía cada tanto a Ariel, y le paso un telefono donde encontrarlo: "Volver a verlo fue como si un muerto que quisiste como loco bajara ahí mismo del cielo. ¡Ay Dios,! lo que fue el rencuentro. No nos volvimos a separar, aunque ahora las escapadas son pocas, porque la esposa se dio cuenta en seguida del asunto y me odió. Un día nos siguió hasta la boca del subte (metro) y me reputeo. Igual, seguimos siendo amantes, como en la carcel. Mirá esta foto": Mario me muestra la foto de Ariel (del culo desnudo de Ariel guardada en su celular). Ese culo, que se eleva como eucaristía por encima de la conversación, conmueve tanto como la presencia del hijo de Mario, que oye el relato en silencio y de pronto dice —como un padre bueno— "yo a este siempre termino por perdonarlo"

Continuará con las experiencias femeninas en las carceles..

3 comentarios:

bastekcat dijo...

Magnífico relato fire...y como siempre cargado de giros y modismos que nos recuerdan a los españoles el agravio que diariamente infringimos a nuestra lengua...
Magnífico en la forma...soberbio en el fondo...que lejos de mi mundo y sus costumbres y que ajeno y a la vez palpitante...
Empatizo y me introduzco en materia...para entender la inevitable bajeza moral y a la vez el amor sublime.
Gracias...siempre es un placer

boticcario dijo...

Bueno, por fin he podido encontrar el momento de leerlo. Me ha dejado alucinado del todo. Como dice Basket, por lo alejado que está de nuestra cotidaneidad, pero también por lo que en él se cuenta. Ese amor que destila cuando habla de Ariel.

Parafraseando a Briatore cuando Alonso consiguió su segundo mundial de F1: "Fantástico Fire. Fantástico"

Maria dijo...

Es sin duda un magnífico relato en el que palpita el sufrimiento humano. Me da igual en este caso la catadura moral de los individuos, el comun denominador, para mi, es el sufrimiento que causa el aislamiento social, la falta de raíces y la profunda necesidad de "pertenecer", a personas o a grupos, que queda tan patente en todo el texto. "Nadie es una isla" dijo el poeta. Culos, vergas, sexo no son en este caso mucho más que una vulgarización del sentido de pertenencia que hace que los seres vivos, desde los más simples a los más complicados, evolucionen. Me ha encantado este post y estaré pendiente del siguiente. Un abrazo