En la Cábala se dice que el nombre de Dios es todo el Pentateuco, pero que las cuatro letras que forman el nombre de Dios están mezcladas. Por lo tanto, si del análisis matemático del libro sagrado, alguien alcanzare o llegare al nombre de Dios y supiera pronunciarlo, podría crear un mundo, incluido un Golem también, un hombre.
Se supone que si un rabino llega a descubrir el secreto nombre de Dios y lo pronuncia sobre una figura humana hecha de arcilla, ésta se anima y se llama Golem. Una variante de esta leyenda dice que se inscribe en la frente del Golem la palabra EMET (verdad, en hebreo). El Golem crece y hay un momento en que es tan alto que su creador no puede alcanzarlo. Entonces le pide que le ate los zapatos, el Golem se inclina y el rabino sopla y logra borrarle el aleph ( E ) o primera letra de EMET. Queda MET (muerte) y el Golem se transforma en polvo. Del polvo vienes y al polvo retornarás.
El célebre escritor y poeta argentino, Jorge Luis Borges ha escrito un poema de dieciocho versos sobre la Leyenda de Golem, que paso a reproducirlo.
EL GOLEM
Si (como el griego afirma en el Cratilo)
El nombre es arquetipo de la cosa
En las letras de rosa está la rosa
Y todo el Nilo en la palabra Nilo.
Y, hecho de consonantes y vocales,
Habrá un terrible Nombre, que la esencia
Cifre de Dios y que la Omnipotencia
Guarde en letras y sílabas cabales.
Adán y las estrellas lo supieron
En el Jardín. La herrumbre del pecado
(Dicen los cabalistas) lo ha borrado
Y las generaciones lo perdieron.
Los artificios y el candor del hombre
No tienen fin. Sabemos que hubo un día
En que el pueblo de Dios buscaba el Nombre
En las vigilias de la judería.
No a la manera de otras que una vaga
Sombra insinúan en la vaga historia,
Aún está verde y viva la memoria
De Judá León, que era rabino en Praga.
Sediento de saber lo que Dios sabe,
Judá León se dio a permutaciones
de letras y a complejas variaciones
Y al fin pronunció el Nombre que es la Clave
La Puerta, el Eco, el Huésped y el Palacio,
Sobre un muñeco que con torpes manos
labro, para enseñarle los arcanos
De las Letras, del Tiempo y del Espacio.
El simulacro alzó los soñolientos
Párpados y vio formas y colores
Que no entendió, perdidos los rumores
Y ensayó temerosos movimientos.
Gradualmente se vio (como nosotros)
Aprisionado en esta red sonora
De Antes, Después, Ayer, Mientras, Ahora,
Derecha, Izquierda, Yo, Tú, Aquellos, Otros.
(El Cabalista que ofició de numen
A la vasta criatura apodó Golem;
A estas verdades se refiere Scholem (1)
En un docto lugar de su volumen) (2)
El rabí le explicaba el Universo
"Esto es mi pie; esto el tuyo; esto la soga"
Y logró, al cabo de años, que el perverso
Barriera bien o mal la sinagoga.
Tal vez hubo un error en la grafía
O en la articulación del Sacro Nombre;
A pesar de tan alta hechicería,
No aprendió a hablar el aprendiz de hombre
Sus ojos, menos de hombre que de perro
Y harto menos de perro que de cosa,
Seguían al rabí por la dudosa
penumbra de las piezas del encierro.
Algo anormal y tosco hubo en el Golem,
Ya que a su paso el gato del rabino
Se escondía ( Ese gato no está en Scholem
Pero, a través del tiempo, lo adivino)
Elevando a su Dios manos filiales,
Las devociones de su Dios copiaba
O, estúpido y sonriente, se ahuecaba
En cóncavas zalemas orientales.
El rabí lo miraba con ternura
Y con algún horror. ¿Como, (se dijo)
Pude engendrar este penoso hijo
Y la inacción dejé, que es la cordura?
¿Porqué di en agregar a la infinita
Serie un símbolo más? ¿Por qué a la vana
Madeja que en lo eterno se devana,
Di otra causa, otro efecto y otra cuita?
En la hora de angustia y de luz vaga,
En su Golem los ojos detenía.
¿Quién nos dirá las cosas que sentía
Dios, al mirar a su rabino en Praga?
(1) Se refiere al escritor Geshom Scholem
(2) El libro se titula; El simbolismo de la Cábala