lunes, 30 de junio de 2008

El 29 de Junio



El 29 de junio de 2008 es una fecha que entrará en la historia de España, impulsada por el triunfo de su Selección de fútbol. Pero, ese triunfo tiene infinidad de lecturas, y mi lectura particular es esta: Ha quedado demostrada la unidad del pueblo español, mejor dicho la unidad de la Nación Española.
Solo había dos posibilidades— para la mayoría silenciosa— de manifestar su repudio ante los intentos de partición del estado español: una, el fútbol y dos, una guerra con un enemigo externo.
Afortunadamente para la querida España solo se presentó el primer supuesto y la respuesta popular se expresó rotundamente. A la hora señalada, la mayoría del pueblo saltó como un resorte y se largó a la calle, —el mejor Parlamento que tiene España,—para expresar sus emociones.
Y una minoría, muy minoría, quedó aplastada ante el mar mayoritario. No tardarán sus agentes en minimizar la hazaña del deporte; que es solo el fútbol, que la verdadera España está en otro lado: ¿Dónde? , y toda clase de lindezas por el estilo. Pero a no engañarse, la demostración de anoche es un verdadero anatema para la política separatista y para la política en general, que al decir de Milan Kundera es, ¨la espuma sucia de un río, cuya verdadera vida discurre en las profundidades¨.

lunes, 9 de junio de 2008

No partas ahora. Soñando el regreso.

Continuación del artículo de Alejandro Modarellei, publicado en Pagina 12, de Buenos Aires.



El paquete. Así llaman las celadoras a las presas de la cárcel de mujeres de Ezeiza, como si una vez que hubieran bajado a ese mundo dejasen en la puerta el sujeto que son. Como si adentro, sobre un suelo nuevo donde la vida no sabe todavía por donde fluir para defenderse, perdieran con la libertad, su condición de humanas, para convertirse entonces en un lastre que patear. La instituciónn penitenciaria no se siente interpelada por esos rostros que, al perder identidad, se borran. A causa de esa borradura y, cuando el sentido etico queda en suspenso, los que se atribuyen el poder sienten la tentacion de ejercer entonces la crueldad.


La mujer que delinque, y se trata de una catequesis histórica, traiciona lo que se supone la función reparadora de la feminidad. En lugar de dar parición y amparo, usurpa el ejercicio de la violencia y hasta mata; en lugar de ofrecer la salud nutricia de su pecho, transporta droga y de la dura; en vez de despojarse hasta de sus riñones, se apropia por la fuerza de lo ajeno. Un alarde de virtud criminal, alarde de falo, que por tradición no le corresponde. Y que explicaría, en parte, que las mujeres representen solo el 10% del total de la poblacion penitenciaria.



En el reparto de la actividad delictiva, a la mayoria de las reclusas les toco el papel menor: el de mulas, o el chiquitaje de la venta de droga. Entre ellas, hay un número alto de extranjeras de una clase social media, raro en las carceles de hombres, que cayeron en desgracia en aeropuertos o en barcos antes de ver cumplida la promesa del oro. La imagen mediática de mujeres en el ambiente carcelario inquieta al televidente mas que si se tratara de varones. Esa extrañeza, ¿ no se asemeja en algo a la angustia del chico que espía a traves del ojo de la cerradura, y constata que mamá tambien goza? Si es así, dirán las instituciones, habrá que disciplinar a esa madre impura, tarea que quedara a cargo del Servicio Penitenciario a traves de la apoteosis del croche o la bienaventuranza de las manualidades.


Pero la suspensión de la vida individual entre las convictas tiene, no obstante, sus fisuras: redes afectivas que ayudan a sustraerse a la opresión de ese confinamiento, y les devuelven el rostro humano. Marta Dillon, que viene estudiando desde 1998 las condiciones de vida de las reclusas —y publicó el año pasado su resultado en Corazones Cautivos — escribe que: a diferencia de los hombres que reproducen en el pabellon la violencia que el poder ejerce sobre ellos, "las mujeres —que no estan exentas de relaciones violentas— tienden a formar círculos que las amparan y resignifican el encierro... Las mujeres se buscan y se encuentran como madres e hijas, como parejas, como integrantes de una familia que establece lazos solidarios y practicas". Sin embargo, cierto orden masculino sigue presente bajo la forma de las presas chongos que distribuyen la mercancía que entra (droga), se hacen con la jefatura de cuerpos y corazones, e imponen jerarquias. En una teatralidad que busca despertar temor, respeto o admiración, se enredan a golpes con las carceleras, a veces por trivialidades.


"Pero al salir de la cárcel muchas de las pijudas no saben ya como moverse, ahí les caen encima las restricciones del genero. Pueden ser homicidas, ladronas, chongos, pero no son admitidas en el circulo masculino del delito grande. Y reinciden por motivos menores. Pasa que adentro muchas encuentran el reconocimiento social que en libertad pierden; la tumba es su habito, el que mejor manejan, y el regreso entonces es un destino ." Es Angela la que testimonia, una de esas ex convictas llegadas de la clase media, que cayó por inexperta en el aeropuerto de Ezeiza antes de embarcar droga a España. Rememora ahora a Alicia: "Me vio y me quiso en seguida como su mujer. Era andrógina, rapadita, muy chongo, una flacura tabla. Tenía varias causas encima, robo y asesinato. Muy pincheta y cocainomana, especialista en preparar pajarito, que es una mezcla de drogas. Yo era una especie de Susanita muy femme buscando el toro protector. Me enamore despues de haberme entregado por miedo, y con el amor vinieron los dramas cotidianos. Yo queria cuidarla de ella misma, pero no habia caso. Si la vida ajena le preocupaba poco, la suya menos. Creo que mi voluntad de ceder a sus arranques posesivos y sus agresiones me ayudaba a distraerme de la tragedia mayor que era la exclusion del mundo.

Salí antes que ella, por buena conducta, y desde afuera me dedique a trabajar por los derechos de las presas. Exigíamos la autorizacion para recibir visitas íntimas de otras mujeres. Me conecte con grupos de activistas Gittbi, y una iglesia de la comunidad, con la que organice una ceremonia de bendicion de pareja para Alicia y para mi. Ves, el Servicio Penitenciario autorizaba a Dios a bendecir nuestro amor pero no nuestro placer, porque jamas me permitieron, como visita, la intimidad fi'sica con Alicia".



Quise abrigarla, pero mas pudo la muerte


Alicia salio un año despues que Angela. Antes de la crisis del 2001. Se apiño en una de esas casas desvencijadas e inhabitables de la Boca, que el Estado destina a las liberadas sin techo. Las extranjeras en libertad condicional paraban en un hotelucho sobre la Avenida de Mayo. "Yo no podia tenerla en casa de mi viejo. Le conseguf un trabajito en la municipalidad pero no habia caso. No iba. Estaba cada vez mas violenta conmigo y el tema de la adicción se volvio inmanejable. Era imposible que le prestase atencion a la medicacion para el VIH, y se fue deteriorando hasta que pense: esta quiere volver a la tumba, y yo llego hasta acá, ahí no la acompaño mas.



Una noche salieron con otra piba a reventar una casa; el dueño las descubre y Alicia le pega un tiro, sin necesidad. Le dieron quince años más por reincidente. Mis visitas a la carcel ya no la calmaban, a veces ni siquiera me autorizaba a verla. Buena parte de esa epoca la paso internada en el (Hospital) Muñiz. Despues de un tiempo me aleje; yo habia conocido a otra chica y trataba de encontrar un espacio donde respirar, fuera del caldo de esa relación. Alicia murióa los pocos meses. Me entere tarde."


Angela da indicios sobre la precariedad de esa vida: "sabes, ella nacio en La Cava. (cárcel)

Los padres... imaginate". Como decir: su cuna, su tumba.

martes, 3 de junio de 2008

EL CIRCULO CERRADO


por Alejandro Modarelli


Artículo publicado por el diario Pagina 12 de Buenos Aires. Me he limitado a colocar, entre paréntesis, aclaraciones que hagan mas fácil su lectura en España.

Firebrand


Padre, hijo


Y un rezo tambien al espíritu santo. Año 1998. Mario piensa solo en su hijo todavía adolescente, cuerpo contra cuerpo, junto a él, en el celular de la Division Narcoticos que los lleva desde el Departamento Central de Policia a la carcel de Caseros (en la ciudad de Buenos Aires).

No cree en Dios —o se cagó siempre en Dios, da igual— pero ahora, lo nombra y le pide protección cuando ve venirse encima la prisión colosal. Es la primera vez que cae y es a lo grande y, para colmo, con el hijo. Ya había pasado en Paraguay por un reformatorio, eso sí, y conoce esos ambientes de clausura masculinos. Ante todo, el miedo ahora es por su pibe (hijo) que no le dirige la palabra ni le hablará mientras compartan el encierro. No le perdona al padre que se haya dejado perder por un pendejo (chaval) que, ademas de bello amante, era buchon de la yuta (confidente de la Policia).

Mario ama los cuerpos machos, de bajo fondo, tan duros e insociales como el propio cuerpo: ahí se abre dulcemente y la dureza se vuelve capullo. Los musculos se ablandan. Su deseo sexual no tiene límites de ideologia y un uniforme de agente penitenciario, que hoy lo hostiga, puede convertirse mañana en la piel que cubre a un amante ocasional.


El mundo que se describirá en esta crónica, sin ser el de Jean Genet, está alejado de los ideales eticos de solidaridad y dignidad de clase, que la cultura biempensante les reconoce a menudo a los desposeídos, para hacerlos así mas humanos ante sus ojos. Esa cultura de las virtudes le es indiferente a Mario. Abusado y abandonado desde muy niño, luego ladronzuelo y homosexual, inteligentísimo, Mario se ha puesto siempre fuera de toda ley, incluso de esa contracara de la ley social que es la lealtad entre los que la violan.

Ama, lo jura, a su hijo; o al amigo que no lo abandonó cuando cayó. Sobre todo a Ariel, a quien conoció en la carcel. No tiene rasgos de heroe ni de antiheroe. Y cuando narra los primeros tiempos de su reclusión evoca los muslos y las vergas de los guardiacarceles; dibuja miembros hiperbólicos en el aire, del tamaño de los que trazaría Tom de Finlandia.


"Me converti en cocinero de los de requisa (inspectores de la carcel), los tipos mas odiados de la tumba (carcel) que manosean y maltratan a las visitas (las mujeres) de los reclusos con los que tienen problemas, para poder tocarles asi lo mas sagrado. Yo les hacía masajes en una camilla de descanso y, cuando no habia nadie a la vista, me pedian la mamada. Fui mulo (sirviente) de ellos, y pasaba droga permitida a los pisos.

En la leonera, ese galpón donde te revisan para circular, a mí me hacian seguir de largo. Y cuando habia requisa en los pabellones, apenas sí revolvían mis cosas para disimular, delante de los otros presos, que si no me mataban. Pero como yo no era del tipo mariquita —y cuando fue necesario le paré el carro a algún pesado (delincuente famoso)— nadie me jodía ni me tomaba de gato(sirviente) para que le limpie. "

Es más, me querían porque era muy simpático, estaba todavía lindo, y muchos se calentaban conmigo. Jamas pedí refugiarme en el pabellón de los huecos, como llaman a los gays o travestis. Me decian Marita, pero de manera cariñosa. A veces me venían con quejas contra mi hijo, que andaba con los cachivaches de su edad, pibes barderos (falsos) que no sabían comportarse. Tuve que coger (follar) con muchos pesados, que no me gustaban, para que no se cargasen a mi pibe (hijo)"


Para la sociedad corriente, la de extramuros, las prácticas homosexuales en las carceles entran en la categoria de lo archisabido. No obstante, su profusa representacion imaginaria, sin que llegue a falsificar abiertamente la realidad, la exagera. "En cuanto a los hombres, no hay algo asi como un festín de sodomias consentidas, nos dice Mario. Ni se viola al recien llegado como si se tratase de un ritual iniciático, salvo que fuera "un violin", uno de esos que, al tomar por asalto a una mujer, hija, hermana o esposa del algun hombre, se apropian por contiguidad del honor viril(violan). Y que, para colmo, en el caso de ellos, está confinado y no puede defenderlas. Por otro lado, aquel que busque acceder a un efebo por la fuerza sera considerado un "arruina-guachos" y se expondrá al castigo o el desprecio de los otros.

Machismo pragmático. Las encamadas entre presos mayormente heterosexuales son clandestinas y de ser descubiertos los gozantes, aquel que estaba en posicion de pasivo seguramente pasará a ser objeto de placer de los bufarras (homosexuales activos), aunque tambien lo sea en secreto. Ese secreto ágil transitará de boca en boca, y será el vehículo para una vida homosexual subterranea que se esmera en no dar argumentos de ataque a los mataputos.

"El sexo con las visitas mujeres se da, dentro de lo que se llama el embrollo, que es una frazada atada con cables y broches. Creo que hubo un caso en que el Servicio Penitenciario permitio a una travesti para la visita íntima en otro penal. Hay que tener cuidado para no interrumpir o joder el garche (coito); en Caseros se cogia (follaba) ahí nomas, en un patio común, a unos pasos de donde estabas vos conversando con tu abuela. Pero la visita higiénica no era obstáculo para la homosexualidad. El dia después del polvo con la esposa, se me acercaban para pedirme franela", sigue Mario y su constatación nos lleva a la invectiva que Pier Paolo Pasolini lanza en 1974, en el contexto del debate público sobre la autorización de visitas íntimas en las carceles italianas. En La carcel y la fraternidad del amor homosexual, Pasolini se indigna con los argumentos aducidos entre "los especialistas" que celebraban que los reclusos pudieran coger con mujeres y no cayesen en practicas "anormales o contra natura". "Que hay de malo en que los reclusos tengan también relaciones homosexuales; que hay de malo en una relación homosexual?", se preguntaba. Una relacion así "deja a un hombre exactamente igual a como era. Como maximo le ha ayudado a expresar totalmente su 'natural' potencialidad sexual, porque no hay ningun hombre que no sea 'también' homosexual... y en el mejor de los casos habrá enriquecido su propio conocimiento de las personas de su mismo sexo". El permiso que el Estado italiano otorgaba al goce sexual de los presos con sus mujeres, originado para Pasolini en el pánico homofobico, quería aparecer publicamente como una medida de caracter progresista. Y se asemeja en algo al gesto de Perón cuando en el ocaso de su segundo mandato resolvió legalizar los prostíbulos, con el objetivo nada libertario de que los jovenes, por falta de acceso carnal recto, no se dejaran llevar por el canto de sirena con pene de las perversiones.

Poco tiempo despues de instalarse en Caseros, se destina a Mario a una celda compartida con Ariel. La noche en que se abre la puerta, el chico lo saluda en calzoncillos, despatarrado en su cucheta. Imagen de porno gay clasico. Después de un mínimo intercambio biografico, cuando las miradas se encienden y las meadas en el urinario de la celda pasan a ser de exposicion, las ganas de coger se vuelven un sobreentendido. La distancia entre el deseo libertino y el romance pasional, como instancia superior de ese deseo, es muy corta, y sobre todo cuando se esta en la tumba. "Me enamoré de Ariel como nunca antes de nadie. Habia caído como yo por un tema de drogas. Llevaba tatuado en el brazo un nombre de mujer mal escrito. A partir de esa relación que manteniamos en secreto, las cosas en la carcel fueron para mi menos tristes. Al principio el la iba de chongo (homosexual activo) yo tenía que jugarla de mujer. Despues se solto y fuí entonces el primero al que le dio el culo. Unas semanas después me bolearon a otro piso, siempre te iban cambiando, pero seguiamos encontrandonos a conversar y besarnos en rincones, como el lavadero. Nos hablábamos por los teléfonos de tarjeta que habáa en cada piso. Una tarde se acabo esa especie de felicidad, Ariel fue boleado a Rio Gallegos (extremo sur de Argentina) y mi hijo salió libre. Me quedé sin esos dos afectos, y cuando me llego a mi el turno del traslado a Devoto, empezaron los meses mas terribles de mi encierro, que duro tres años." (Villa Devoto, en la ciudad de Bs. Aires) .


Devoto era todavia peor para Mario. Pabellones largos, caóticos, patriarcas que no lo querian. La desconfianza por el recien llegado de Caseros, de quien se habia corrido la voz que habia sido mulo de los de requisa, dió el pie para la disputa. Una nadería, una tartera tomada sin permiso, puede conducir a la faca (cuchillo) y el apuñalamiento. Esos momentos aparentemente intrascendentes son los que construyen las tragedias en la carcel. Entre el sueño y la vigilia, sin que pudiera el reaccionar a tiempo, ni verles la cara a los atacantes, le hicieron la manta a Mario; lo golpearon y lo violaron: "Uno de ellos fue el que me contagió el HIV, estoy seguro. Me lo señalaron otros presos. Me enteré de que el tipo recibia la prescripcion, como les llaman a los medicamentos y la comida especial para portadores o enfermos".


Mario terminó su condena en Rio Negro (al sur de Argentina), en una colonia para reclusos que serán liberados pronto. Ahí debía probar que era capaz de reinsertarse en una sociedad en la que jamás había estado insertado. La vida de los que, como él, cumplían el test de adaptacion era tranquila, casi confortable y sus aventuras sexuales o amores fugaces incluyeron tambien a dos violadores, que por esos meses se sustraían de la condena mítica que los perseguia de carcel en carcel (ser violados por los presos comunes).


Un gran amor no se olvida ni se deja

La convivencia forzada entre hombres solos, en unas circunstancias muy adversas como son las de la carcel, intensifica el impulso de destrucción y el amor. Son lazos masculinos que se viven, también de ese modo, en la trinchera de guerra, donde el miedo y el sacrificio compartidos originan experiencias tormentosas o de entrega absoluta entre los camaradas. El abrazo de hermanos, fuera de foco, puede devenir sexual, y cuando la bronca enceguece, fratricida.


El bioeticista Leonardo Belderrain, hasta no hace mucho capellan de la Unidad 32 (carcel) Capilla Santa Elena, escribe en el sitio de redes cristianas que "algunas relaciones homosexuales, sin ser el film Filadelfia, son una clara expresi6n de entrega y amor incondicional, sobre todo cuando son vividas desde el sufrimiento de la carcel... Muchos jefes de unidad autorizan en forma clandestina la visitas íntimas de personas homosexuales. Y saben que esto disminuye el sexo ocasional, adicción tan presente en las carceles". La celebración que hace un cura (de base) de una vida homosexual carcelaria, por mas que este inspirada en la busqueda de un bien superior, como es el autodominio y una cierta paz entre los presos, no puede mas que llamar la atencion en epoca de Benedicto XVI.

"Estas lejos de la familia, amenazado siempre por lo que te rodea, y de pronto te llega Ariel. La amistad que se genera entonces no es parecida a ninguna otra y tampoco le encontrás el nombre exacto. Yo soy puto, pero Ariel no. Ariel esta casado. Tiene hijos, como yo. Pero el jamás se reconoceria gay. En eso hay algo de los protagonistas de Plata quemada, ¿te acordas?" Mario cuenta que pasado un año de su libertad, de yire(buscando pareja) por el barrio de Once, se cruzó con uno del ambiente dealer que veía cada tanto a Ariel, y le paso un telefono donde encontrarlo: "Volver a verlo fue como si un muerto que quisiste como loco bajara ahí mismo del cielo. ¡Ay Dios,! lo que fue el rencuentro. No nos volvimos a separar, aunque ahora las escapadas son pocas, porque la esposa se dio cuenta en seguida del asunto y me odió. Un día nos siguió hasta la boca del subte (metro) y me reputeo. Igual, seguimos siendo amantes, como en la carcel. Mirá esta foto": Mario me muestra la foto de Ariel (del culo desnudo de Ariel guardada en su celular). Ese culo, que se eleva como eucaristía por encima de la conversación, conmueve tanto como la presencia del hijo de Mario, que oye el relato en silencio y de pronto dice —como un padre bueno— "yo a este siempre termino por perdonarlo"

Continuará con las experiencias femeninas en las carceles..